Despertar es el potencial propio en todos los seres y la gnosis es la única llave para atravesar la puerta a la liberación que el Demiurgo y sus arcontes mantienen cerrada a través de los agregados activos y reactivos que esclavizan el Espíritu.
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DE HERMES TRISMEGISTO A TAT.Sobre la inteligencia común.

HERMES TRISMEGISTO

Tratado XII: De Hermes a Tat: el pensamiento común el nous humano: dos tipos de hombres; destino y libertad. El cosmos, el hombre y la gnosis.

La Inteligencia a Hermes


HERMES TRISMEGISTO

Tratado XI: El Pensamiento a Hermes Dios, Eternidad y Cosmos: la tríada primordial; el tiempo. Dios úno y único (demostración). La vía mística

De Hermes Trismegisto: La Llave.


Tratado X: De Hermes Trismegisto: la llave Dios: padre y bien; el conocimiento de Dios (la visión mística). El Cosmos: el alma del Cosmos. El hombre: el alma humana, soteriología y moral (la gnosis, muerte y juicio del alma)

SOBRE EL ENTENDER Y EL SENTIR.


HERMES TRISMEGISTO

Tratado IX: En torno al pensar y al sentir Gnoseología: sensación y conocimiento. Moral: hombre material y hombre esencial. Sentir y Pensar en el Cosmos. Sentir y Pensar en Dios. Saber y creer.

(De que en sólo Dios está la Belleza y el Bien, y en ninguna otra parte.)
1 Ayer, oh Asclepio, te di el "Discurso Perfecto". Hoy considero conveniente continuar con la exposición del tema de la sensación.
Sensación e inteligencia, según la opinión común, difieren en que la primera es material y la segunda esencial. Según mi opinión, ambas, y me refiero a los hombres, están unificadas sin distinción entre sí. En los demás seres vivos, la sensación está unida a la naturaleza, en los hombres lo está la inteligencia.
(La inteligencia difiere de la intelección como Dios de la actividad divina, pues así como la actividad divina procede de Dios, así la intelección de la inteligencia, siendo hermana de la razón. O mejor ambas son instrumentos una de la otra: pues la razón no se expresa sin la inteligencia ni la inteligencia se manifiesta sin la razón.)
2 Asi pues, la sensación y la inteligencia, entrelazadas, confluyen en el hombre, pues para poder pensar se requiere de ambas, sensación e inteligencia.
-- Pero ¿no se podría pensar en una intelección sin el concurso de la sensación, como cuando en sueños imaginamos visiones?
A mí me parece, que, nacidas ambas energías en la visión del sueño, se despiertan precisamente por la sensación, y una parte de la sensación va al cuerpo y otra al alma, y cuando ambas partes de la sensación concuerdan entre sí, se expresa nuevamente el pensamiento, parido por la inteligencia.
3 Porque la inteligencia dá a luz todos los pensamientos: buenos cuando es de Dios de quien recibe la semilla, y contrarios, cuando de alguno de los genios. Porque no hay lugar en el mundo que carezca de genio, genio que iluminado como lo está por Dios, sobreacaeciendo, siembra la semilla de su propia energía, y la inteligencia da a luz lo sembrado, adulterios, homicidios, castigos a los padres, saqueos de templos, impiedades, muertes por ahorcamiento o arrojo en desempeñaderos, y las otras muchas cosas que son obras de lo genios.
4 Las semillas, de Dios en cambio son pocas en número, pero grandes, bellas y buenas: virtud, prudencia, piedad. La piedad es el conocimiento de Dios, y el que descubre el conocimiento, pleno de todos los bienes, posee los pensamientos divinos, que nada tienen que ver con los de la multitud. Por eso, los que viven en el conocimiento no agradan a la multitud, ni la multitud se complace en ellos. Los tiene por locos, se mofan de ellos, se los odia y se los desprecia, y quizá tal vez los maten. Porque, como he dicho, la maldad habita aquí abajo como en su propia casa: su casa es la Tierra (no el mundo como algunos dirán por blasfemia). Pero ciertamente el hombre piadoso que tiene conciencia de su conocimiento, todo lo soporta. Para un hombre tal, todas las cosas son buenas, aún las que para otros son malas: en medio de las asechanzas, refiere todo al conocimiento, y sin ayuda de nadie transforma el mal en bien.
5 Vuelvo al tema de la sensación. Es propio del hombre pues que sensación y inteligencia estén íntimamente unidas. Pero como antes dije no todo hombre goza del entender, porque hay un hombre material y un hombre esencial. El material, está con la maldad, posee, como dije, la semilla de la inteligencia de los genios, el otro, liberado por Dios, está por su esencia con el bien.
Porque Dios, Creador de todas las cosas, al crearlas, hace a todas a su semejanza, pero habiendo sido hechas buenas difieren en el uso que hacen de su energía. Porque el movimiento cósmico, en su ir rozando, crea las cualidades de las criaturas, unas desfiguradas por la maldad, otras purificadas por el bien, porque el mundo, ¡oh Asclepio!, tiene también su sensación y su intelección propias, no como las humanas, ni multiformes, pero en verdad más fuertes y simples.
6 El sentir y el entender del mundo es un sólo: hacer todas las cosas y deshacerlas en ellas mismas, siendo como es instrumento de la voluntad de Dios y habiendo sido hecho verdaderamente como un instrumento, depósito de todas las semillas, crea en sí mismo todas las cosas activamente, y disolviéndolas las renueva, y, a través de la disolución, como buen agricultor de la vida, les otorga, llevándolas, la renovación por la transformación. Ninguna cosa hay que el mundo no engendre con vida, portándolas a todas, siendo a la vez el lugar y el creador de la Vida.
7 Ahora bien, todo los cuerpos están hechos de materia, pero diversamente: unos de tierra, otros de agua, unos de aire, otros de fuego: todos son compuestos, con fórmulas más o menos complejas. Los más complejos son los más pesados, los más simples los más livianos. Es la velocidad del movimiento del mundo la que obra la diversidad cualitativa de las criaturas. Porque el soplo del mundo, en rápida sucesión de tonos, ofrece la diversidad de las criaturas, y después no hay sino un solo Todo plenitud de la Vida.
8 En verdad, Dios es el Padre del mundo, el mundo los es de las cosas que están en el mundo, porque el mundo es el hijo de Dios, y las cosas que están en el mundo, del mundo salieron. Y con derecho se dice que el mundo es un cosmos, pues organiza y embellece todas las cosas en la diversidad de la creación, por la continuidad de la vida, la actividad incansable, la rapidez de la necesidad, la disposición de los elementos y el buen orden de todo lo que nace. Por éso, necesariamente y con propiedad, el mundo merece ser llamado "cosmos".
La sensación y la intelección, en todos los seres vivos, vienen y entran desde afuera, como una brisa de alrededor, pero el mundo, poseyéndolas de una sóla vez al nacer, las recibó de Dios.
9 Por otro lado, Dios no carece de sensación ni de intelección, como algunos pensaron: es por superstición que blasfeman. Todas las cosas que son, oh Asclepio, están en Dios, producidas por Dios y pendientes de lo alto. Algunas actúan por el cuerpo, unas mueven por la substancia anímica, otras dan la vida por el soplo, otras acojen a lo que ha muerto, y así es verdaderamente. Más aún, afirmo que el mundo no contiene a las cosas, pero, para dejar clara la verdad, el mundo es todas las cosas, no se las agrega desde afuera, las da de sí mismo afuera, y tal es la sensación y la intelección de Dios, mover siempre todas las cosas, y nunca jamás ocurrirá que nada de lo que existe pueda ser
abandonado: y cuando digo "de lo que existe" quiero decir "de Dios", porque Dios contiene todo lo que existe, y nada está fuera de El, ni El está fuera de nada.
10 Todas estas cosas, oh Asclepio, si tienes entendimiento, las tendrás por verdaderas, pero si no entiendes te serán increíbles. Porque creer es entender, descreer es no entender. Porque la razón no se acerca a la verdad, pero la inteligencia es poderosa, y, una vez conducida por la razón hasta las puertas, tiene la capacidad de acercarse a la verdad. En tonces abrazando con la intelección todas las cosas y viendo que están de acuerdo con lo que la razón explica, cree y descansa en esta bella fé. Para quienes pues, por Dios, entendieron las cosas dichas, las hallarán creíbles, pero los que no las entendieron las descreerán.
Terminan aquí las cosas que queríamos decir sobre la sensación y la intelección

Que nada se destruye, y que es un error llamar destrucción o muerte a los cambios


HERMES TRISMEGISTO

Tratado VIII: Que ningún ser perece sino que equívocamente se denomina destrucción y muerte a lo que no es sino cambio

1 Corresponde ahora, ¡hijo mío!, enseñarte, por un lado de qué manera el alma es inmortal, y por otro cuál es la energía que dispone y disuelve el cuerpo. Porque la muerte no tiene nada que ver con estas cosas: es un concepto elaborado sobre el término "inmortalidad", sea por vaciamiento, sea por privación del prefijo negativo "in", al decir mortal por inmortal.
Porque la muerte es una destrucción, pero en el mundo nada se destruye. Dado que el mundo es el segundo dios y el viviente inmortal, es imposible que alguna parte del viviente inmortal venga a morir. Ahora bien, todas las cosas que están en el mundo son partes del mundo, y mucho más el hombre, el viviente racional.
2 Porque primero, antes de todos los seres, está Dios, eterno, no nacido, Creador de la Totalidad. En segundo lugar viene aquel que ha sido engendrado por El, su imagen, por El conservado y alimentado y dotado de inmortalidad, y que, como procedente de un padre eterno, vive siempre y es inmortal. Porque "vivir siempre" difiere de "eterno": porque lo eterno no fue engendrado por otro, y si fue engendrado lo fue por sí mismo.
Nunca fue engendrado, pero siempre engendra lo que es eterno. El Todo no es eterno, pero el Padre mismo del Todo sí. El mundo fue engendrado inmortal por el Padre
3 y todo lo que tenía materia quedó bajo su dominio. El Padre creó el Todo como un cuerpo, y al darle volumen lo hizo a semejanza de una esfera, y le concedió este atributo de la inmortalidad, siendo la misma materia inmortal, poseedora eternamente de la inmortalidad.
Más aún, el Padre, diseminando la variedad de las especies en la esfera, allí las encerró como en un antro, pues quería otorgar la belleza de su propia abundancia en forma de una diversidad completa.
En torno de todo el Cuerpo puso a la inmortalidad, de manera que aún si la materia quisiera abandonar la disposición del Cuerpo, no pudiera disolverse en la desorganización a la cual tiende por naturaleza. Porque la materia, hijito, era desorganización cuando todavía no estaba conformada en cuerpos. Y sin embargo, aquí abajo, conserva aún un desorden restringido a las otras variedades menores: la facultad de aumentar, y la de disminuir que los hombres llaman muerte.
4 Pues el desorden ocurre con respecto a los vivientes terrestres: los cuerpos del Cielo, en cambio, poseen un orden propio, que les fue asignado por el Padre desde el principio, orden que se conserva sin disolución por el retorno de cada uno a su punto de partida.
El retorno al origen de los cuerpos terrestres es la disposición de la disolución, es decir, la disolución es un retorno a los cuerpos indisolubles, a saber, los inmortales. Y es así como se produce pérdida del sentido, pero nunca destrucción de los cuerpos.
5 El tercer Viviente es el Hombre, engendrado a imagen del Mundo, único, de acuerdo a la voluntad del Padre, de todos los vivientes terrestres, a poseer la inteligencia, y que así no sólo está unido al segundo dios por similitud y concordancia, sino también al primero, por recibir de El la inteligencia. Por éso a aquél lo percibe como cuerpo por los sentidos, a éste lo acoge por la inteligencia, aprehendiéndolo como Incorporal y inteligencia, el Bien.
- Entonces este Viviente ¿no se destruye?
- Corrígete, hijito, y entiende qué es dios, qué es mundo, qué es viviente inmortal, qué es viviente disoluble, y comprende que el Mundo ha sido hecho por el Dios y en el Dios, el Hombre por el Mundo y en el Mundo, siendo el Dios principio y envoltura y disposición de todas las cosas.

QUE LA MAYOR DESGRACIA ES NO CONOCER A DIOS


HERMES TRISMEGISTO

Tratado VII: Que la ignorancia de Dios es el mayor mal entre los hombres
Este bello tratadito de la Biblioteca Hermética, es una arenga a la "metanoia", es decir, al cambio de la mentalidad, o mejor, a que el "ojo del corazón" se vuelva (lo que está implícito en el término religioso de "convertirse" = volverse, abandonar el camino hasta entonces seguido) hacia el Centro, a la concentración interior y a la contemplación, dejando de lado la "tumba", el mundo ilusorio y la multiplicidad de la existencia, para retornar al Uno, único necesario. Es uno de los temas favoritos de Hermes, como ya puede verse en el Poimandres, pues la "metanoia", que implica una busca activa de la inteligencia y comprensión de la Luz, es el primer paso hacia el Reino, la condición sine qua non elemental.
Nótese también el concepto iniciático, pues el mayor mal es "desconocer", carecer de la gnosis o conocimiento de Dios y de la Naturaleza.


¿A dónde vais ebrios, oh hombres, que os bebéis tan puro el vino de la ignorancia, que ya no lo podéis soportar y estáis por vomitarlo?
¡Quedad sobrios, detenéos!
¡Alzad los ojos del corazón, si no todos al menos los que puedan!
Porque el mal de la ignorancia inunda la entera Tierra, y corrompe al alma aprisionada en el cuerpo, impidiéndole anclar en el puerto de la libertad.
No os dejéis arrastrar por la impetuosidad del oleaje, antes, aprovechando una creciente, los que podáis, alcanzad el puerto de la libertad, anclad allí, buscad la mano que os guíe a las puertas del conocimiento, donde está la Luz brillante, libre de toda tiniebla, donde nadie se emborracha, sino donde todos, sobrios, alzan los ojos del corazón hacia Aquel que quiere ser visto.
Porque no se deja oír, ni describir, ni ver con los ojos, sino con la inteligencia y el corazón.
Pero antes es necesario que desgarres la vestidura que llevas, el velo de la ignorancia, el sostén de la maldad, el cepo de la degradación, el antro tenebroso, la muerte viva, el cadáver sensible, la tumba que siempre te acompaña, el ladrón doméstico, el que por lo que ama, te odia, y por lo que odia, te cela.
Este es el enemigo que revestiste como túnica, que te estrangula y te arrastra abajo, hacia él, no sea que alces la mirada y, contemplando la Belleza de la Verdad y el Bien que allí reside, comiences a odiar su maldad, comprendas las trampas que contra ti maquina: pues atonta el sentido de observación, tan despreciado, cegándolo con abundante materia, abundando en innobles voluptuosidades, para que no escuches las cosas que debes oír ni mires las cosas que tienes que ver.

Que en sólo el Dios está el Bien y en ninguna otra parte está.

HERMES TRISMEGISTO

Tratado VI: Que el bien sólo es en Dios y en ningún otro Sólo Dios es el bien autosuficiente e inmutable. Bondad y maldad en el Cosmos y en el hombre. Sobre lo Bello y Bueno

1 El Bien, oh Asclepio, no está en nadie sino solamente en Dios, o mejor digamos que el Dios mismo es eternamente el Bien. Siendo así, pues, el Bien será la realidad de todo movimiento y toda evolución, - pues nada ni nadie está privado de realidad – realidad que, en sí misma, posee una energía sin carencias y sin excesos, plenísima, provisora, existente además en la raíz de todas las cosas. Por consiguiente cuando digo que provee el bien entiendo que es buena en todo y siempre.

Pero ésto no corresponde a nadie sino a sólo el Dios, porque de nada carece, ni lo pervierte el deseo de poseer, porque no hay cosa alguna de la totalidad que El pueda perder y cuya pérdida lo entristezca - porque la tristeza es una parte del mal -, ni nada es más fuerte que El ni puede ser su enemigo - nada puede someterlo a injuria - y nada puede excitar su aprecio ni provocar su irritación por desobediencia, ni nadie provocarle celos por ser más sabio que El.

2 Nada de esto pertenece a la realidad: ¿qué le queda sino sólo el Bien? Y así como de esta realidad no se puede decir ninguna otra cosa, así tampoco en todas las demás cosas no se encontrará el Bien. En efecto en todas las cosas están todas las otras cosas, en las pequeñas y en las grandes, en cada una y aún en este mismo Viviente, más grande y poderoso que todas.

Todo lo que ha sido engendrado padece, ya que la misma generación es un padecer. Pero allí donde hay padecer de ninguna manera está el Bien: donde está el Bien no hay lugar para un solo padecer. Donde está el día no puede estar la noche, ni cuando es de noche puede ser de día: es imposible que el Bien se halle dentro de la generación, sino sólo en lo inengendrado. Sin embargo así como a la materia le fue concedido participar de todas las cosas, así también participó del Bien. Es de esta manera que el mundo se dice bueno, porque el mundo hace todas las cosas, y es bueno por ése hacer. En cuanto a todas las demás cosas, allí no existe el bien, porque son pasibles y cambiantes y productoras de seres pasibles.

3 En cuanto al hombre, es una mezcla de bien y de mal: porque cuando el mal no es excesivamente malo, aquí abajo, es el bien, y el bien, aquí abajo, siempre tiene una parte pequeñita de mal. Por éso, es imposible que el bien, aquí abajo, esté totalmente libre del mal, pues el bien, aquí abajo, se maleficia, y si se vuelve malo, deja de ser bueno: dejando de ser bueno se vuelve malo. Por éso sólo en el Dios existe el Bien, es decir el Dios mismo es el Bien.

En los hombres, ¡oh Asclepio!, sólo se conserva el nombre del Bien, pero de ninguna manera es tal. Porque es imposible, porque el Bien no cabe en un cuerpo corporal, porque de todas partes está angustiado por el mal, por penas y sufrimientos, por deseos y cóleras, por la ilusión y la opinión insensatas. Y el peor de los males, oh Asclepio, es que se confía, aquí abajo, que cada una de las cosas que hemos nombrado son el más grande bien, cuando son el mal más insoportable. La avidez es el conductor de todos los males, y la confusión es aquí abajo la falta del Bien.

4 Pero doy gracias al Dios que, en lo que respecta al conocimiento del Bien, puso en mi inteligencia el concepto de su imposibilidad en el mundo. El mundo es la plenitud del mal, el Dios es la plenitud del Bien o el Bien es la plenitud del Dios... Porque a su alrededor, como realidad, gravitan las cosas bellas, pero la suyas propias se muestran, por así decirlo, mucho más puras y auténticas. Hablando con osadía, oh Asclepio, la realidad del Dios, si tiene una, es la Belleza, y es imposible percibir la Belleza y el Bien en las cosas del mundo: todo lo que es posible de ver son imágenes ilusorias y como bosquejos, pero lo que no cae bajo la vista es la realidad......

... de lo Bello y de lo Bueno. Y así como el ojo no puede ver al Dios, así tampoco puede ver lo Bello y lo Bueno. Porque son partes enteras del Dios, propias sólo de El, particulares, inseparables, amabilísimas, de las cuales hay que decir o que el Dios las ama o que ellas aman al Dios.

5 Si puedes comprender al Dios, comprenderás lo Bello y lo Bueno, lo soberanamente luminoso, lo soberanamente iluminado por el Dios. Porque esa Belleza es incomparable y ese Bien inimitable, como el mismo Dios. Por tanto en la medida que comprendas al Dios, así comprenderás lo Bello y lo Bueno. Ambos son incomunicables a los otros seres vivos, porque son inseparables del Dios. Cuando tu celo te lleve a investigar sobre el Dios, lo harás también sobre la Belleza. Porque uno es el camino que conduce allí: piedad con conocimiento.

6 De aquí resulta que los que no conocen y no están tampoco en el camino de la piedad, se atreven a decir que el hombre es bello y bueno, no habiendo contemplado, ni en sueños, lo que es el Bien, pero, poseídos como están por todos los males, creen que el mal es el bien, y así se acostumbran insaciablemente al mal, temen que les falte y luchan por todos los medios no sólo para poseerlo sino aún para acrescentarlo.

Estas cosas, ¡oh Asclepio! son bellas y buenas al sentir de los hombres, y nosotros no podemos rehuirlas ni odiarlas, porque las necesitamos y no podemos vivir sin ellas.

DE HERMES A SU HIJO TAT

HERMES TRISMEGISTO

TRATADO V - Que Dios es invisible y, a la vez, muy evidente Dios visible en el cosmos: en el macrocosmos (astros, mundo sublunar, en la materia caótica), en el microcosmos (el cuerpo humano). Otras determinaciones contradictorias de dios


Que el Dios, no siendo manifiesto, es lo que más manifestado está.

1 Voy a desarrollar este tema para ti, ¡oh Tat!, para que no te falte la iniciación al Dios que es superior a todo nombre.
Debes saber que lo que a la mayoría parece inmanifiesto será para ti lo más manifiesto.
No podría ser lo que es si no fuera inmanifiesto: porque todo lo que se ve ha sido engendrado: hubo un día en que comenzó a manifestarse . En cambio lo inaparente es eterno, y no necesita de la manifestación. Porque eternamente existe y provoca que todas las demás cosas se manifiesten, es no manifestado, y lo es desde siempre.
Siendo el manifestador de todo, él mismo no se manifiesta, engendra, y no es engendrado, hace que las cosas se vean, pero no se deja percibir por los sentidos. Pues la representación sensible es cosa de los seres que han sido engendrados: ya que nacer no es otra cosa sino ser perceptible en la representación sensible.
2 Por tanto es evidente que el Unico no engendrado es a la vez inimaginable e inmanifiesto, y el que hace que todas las cosas pasen por la fantasía, él mismo se muestra a través de todas las cosas y en todas las cosas, y mucho más a aquellos de los cuales quiso dejarse ver.
Tú, pues, ¡hijito mío Tat!, ruega primero al Señor, Padre y Sólo, y no Uno sino por el cual el uno existe, que te conceda entender al Dios tan inmenso y que permita que sus rayos, aunque no sea más que uno, ilumine tu inteligencia. Solo la inteligencia ve lo invisible porque ella misma es invisible.
Cuando seas capaz, se aparecerá, ¡oh Tat! a los ojos de tu inteligencia: no es celoso el Señor y se deja ver a través de todo el mundo. ¿Acaso puedes ver la inteligencia y tomarla con las manos y contemplar la imagen del Dios? Y si no puedes ver lo que está en ti ¿cómo podría El, en ti mismo, dejarse ver a tus ojos?
3 Si lo quieres ver, considera al Sol, piensa en el curso de la Luna, considera el orden de los astros ¿quién conserva el orden? (Todo orden implica un principio determinante respecto del número y del lugar).
El Sol, dios supremo de los dioses del cielo, al cual todos los dioses del cielo reverencian como rey y dinasta, ese mismo Sol, tan inmenso, más grande que la Tierra y el mar, admite encima de él a sus menores, los orbitantes astros. ¿A quién reverencia, hijo mío, a quién teme? Cada uno de estos astros que están en el cielo ¿no realizan un curso similar o equivalente? ¿Quién fijó para cada uno la manera y el tamaño de su giro?
4 Mira la Osa que gira sobre sí misma y que arrastra en su girar a todo el estrellado cielo. ¿Quién es el dueño de esta máquina? ¿Quién circunscribe al mar en sus límites? ¿Quién asentó la Tierra? Porque hay alguien, ¡oh Tat!, amo y creador de todas estas cosas. No se conservaría lugar o número o medida ninguna si no existiera un creador. Porque todo lo que es desorden, vacío y falta de medida no supone un creador, y aún esto mismo no carece de amo, hijito, porque si lo que carece de orden es incompleto, todavía posee, esto es, la manera del orden, porque aun así está bajo el dominio del amo que todavía no le impuso el orden.
5 ¡Ojalá se te concediera tener alas y alzarte por el aire, y allí, en medio del Cielo y de la Tierra, pudieras ver el corazón de la Tierra, el fluir de las olas del mar, las corrientes de los ríos, el libre flotar del aire, la agudeza del fuego, la carrera de los astros, la rapidez del Cielo, su girar siempre sobre el mismo punto! ¡Oh qué panorama feliz, hijo mío, contemplar de una sola vez todas estas cosas, lo inmóvil en movimiento, y lo inmanifestado manifiesto en su creación! Tal es el orden del cielo y tal la belleza del orden.
6 Si quieres por otro lado mirar por los seres perecederos que habitan sobre la tierra y en las profundidades, considera, hijo mío, cómo el hombre es creado en el vientre, examina con atención la técnica de tal creación y aprende a conocer quién es el creador de esta bella y divina figura que es el hombre. ¿Quién cinceló la órbita de los ojos? ¿Quién perforó los orificios de la nariz y de los oídos? ¿Quién abrió la boca? ¿Quién tendió los tendones y los ató? ¿Quién canaliza por las venas? ¿Quién solidificó los huesos? ¿Quién cubrió la carne de piel? ¿Quién separó los dedos? ¿Quién aplanó la planta del pié? ¿Quién abrió los conductos? ¿Quién alargó el bazo? ¿Quién hizo al corazón en forma de pirámide? ¿Quién adaptó el ....? ¿Quién expandió el hígado? ¿Quién cavó las concavidades del pulmón? ¿Quién creó el ancho espacio del vientre? ¿Quién puso en evidencia las partes más nobles y quién ocultó las vergonzosas?
7 ¡Mira cuántas técnicas para un mismo material y cuántas pinceladas para un mismo diseño, y todas admirablemente bellas y exactamente conmensuradas, tan diversas unas de otras! ¿Quién pues ha creado tantas maravillas? ¿Cuál madre y cuál padre sino el Dios inmanifiesto que por su propia voluntad creó todas las cosas?
8 A nadie se le ocurre que una pintura o una escultura hayan sido hechas sin pintor o sin escultor. Y esta Creación ¿acaso nació sin Creador? ¡Oh colmo de ceguera, colmo de impiedad, colmo de irreflexión! No se te ocurra nunca, oh hijo, separar la criatura del Creador ... mas bien y aún más es más grande que cuanto puede estar implicado en la palabra Dios! Tal es la grandeza del Padre de todas las cosas: porque El es el único que es Padre y, ser padre, ésa es la actividad que le es propia.
9 Y si me fuerzas a que diga algo más audaz te diré que la naturaleza del Dios no es otra cosa que dar a luz y crear todas las cosas, y dado que nada puede venir a la existencia sin el Hacedor, no puede El existir eternamente si no es creando siempre todas las cosas: las del Cielo, las del aire, las de la tierra, las que están en las profundidades, en todas las partes del mundo, en la totalidad del Todo, en lo que respecta al ser y en lo que hace al no ser.
En esta Totalidad nada hay que El no sea. El mismo es las cosas que son y también las cosas que no son, porque de las cosas que son El hizo que aparecieran, pero a las que no son las conserva dentro de El.
10 El es el Dios superior a todo nombre, El, el inmanifestado, El, el más manifiesto. Que ve por la Inteligencia, que es visible a los ojos, que es incorporal, que es muchos cuerpos, o mejor que es todos los cuerpos. Nada es que El no sea: todo lo que es, todo lo es El también, y por eso es nombrado con el nombre de todas las cosas, porque, por ser el Padre del Todo, no tiene un nombre que le sea propio.
¿Quién podría bendecirte más de cuanto Tú mereces o Te corresponda? ¿A dónde miraré para bendecirte? ¿arriba, abajo, adentro, fuera? No hay ninguna forma, ningún lugar en derredor Tuyo, ni ninguno en absoluto de todos los seres: todo está en Ti, todo existe por Ti. Todo das y nada recibes, porque todo lo tienes y nada hay que Tú no poseas.
11 ¿Cuándo te cantaré himnos? No hay época ni tiempo conveniente para Ti. ¿Y sobre qué asunto Te cantaré? ¿Por las cosas que has hecho o por las que todavía no hiciste? ¿Por las que has manifestado o por las que tienes ocultas? ¿En razón de qué Te cantaré? ¿Como siendo mi propio dueño, como teniendo algo propio, como siendo otra cosa? Porque Tú eres lo que soy, lo que hago, lo que digo. Porque Tú eres Todo y no hay más nada: lo que no es, Tú lo eres. Tú eres todo lo que ha nacido y todo lo que no ha nacido, Pensador, eres la Inteligencia, Creador, eres el Padre, Dios en tanto que dador de la energía, Bueno en tanto que Hacedor de todo.

NOTA DEL TRADUCTOR: en el último párrafo, el texto nombra una como trinidad, al decir "Pensador....Creador.....Bueno... " que mucho nos recuerda a la expresión de Iámblico en sus "Antiguedades Egipcias", cap. VIII cuando dice:
"... Es decir, la Inteligencia creadora, que preside la verdad y la sabiduría: la cual, cuando se asoma a la evolución y manifiesta el poder invisible de las palabras ocultas, se llama AMON en egipcio; cuando otorga acabamiento perfecto a todas las cosas, infaliblemente, artísticamente y en toda verdad, se llama FTHA (que los griegos traducen por Hefesto - Vulcano -, conservando así nada más que su carácter de artesano); finalmente como creador de todo bien se lo llama OSIRIS, y tiene otros nombres de acuerdo a sus otros poderes y energías. "

DE HERMES A TAT: EL MAR (La Crátera), LA UNIDAD (La Mónada).


HERMES TRISMEGISTO

Tratado IV: De Hermes a Tat: la Crátera o la Unidad Atributos de dios. El hombre: cometidos; dos tipos de hombres (perfectos, racionales); la libertad; la vía de perfección. La mónada como imagen de dios

NOTA : Donde el texto dice "mar ", el original dice "crátera", y donde dice "unidad " el texto griego dice "mónada".
Hemos traducido así en el primer caso porque crátera. que era una vasija grande y ancha donde los griegos mezclaban el vino y el agua de sus convites, no es un término común en nuestro lenguaje, mientras que creemos que "un mar" donde uno puede sumergirse con delicia propone una imágen, en fin de cuentas se trata de solo una imágen, que mejor refleja la intención de Hermes.
En cuanto a Unidad, el griego tiene dos términos: uno henós que es propiamente el concepto de uno o unidad simple, mientras que mónada es también la unidad pero conlleva la idea de único y sobre todo de soledad, de exclusión de los demás. Creemos tambien en este caso que el término mónada en nuestros tiempos implica conceptos filosóficos modernos completamente extraños al texto, mientras que "unidad" representa suficientemente la idea, bastando que Ud., paciente lector, le agregue el atributo de solo y único.

DISCURSO SAGRADO DE HERMES


Hermes Trismegisto

Tratado III: De Hermes: Discurso Sagrado Cosmogénesis (versión breve)

1. Gloria de todas las cosas es el Dios, y su ser divino, y su naturaleza divina.
Principio de todos los entes es el Dios, y de ellos es inteligencia, naturaleza y materia, sabiduría que muestra lo que todas las cosas y cada una son.
Principio es lo divino, y es naturaleza, energía, necesidad, fin y renovación.
Había pues en el abismo una Tiniebla inconmensurable, y un agua y un espíritu sutil inteligente: el poder divino los mantenía en el Caos.
Emergió entonces una Luz pura que condensó a los elementos bajo la arena extrayéndolos de la substancia húmeda,
... y todos los dioses se separaron de la naturaleza plena de semillas.
2. Cuando todas las cosas eran indefinidas y no formadas, las livianas se separaron hacia arriba, las pesadas reposaron sobre el fondo de arena húmeda, y por la acción del fuego todas y cada una de las cosas se iban definiendo, y quedaban suspendidas a fin de que el espíritu las condujera.
El Cielo se dejó ver en siete círculos, y se mostraron los dioses en forma de astros con todas sus constelaciones, y ... (la estructura?) ... quedó organizada con los dioses que había en ella; y el orbe, en su periferia, giró en redondo en el aire, conducido en su curso circular por el espíritu divino.
3. Cada dios pues realizó lo que era de su competencia, con su propio poder, y así nacieron las bestias cuadrúpedas y las que reptan, los animales del agua, las aves, y toda semilla que germina, y los tiernos brotes de todas las flores (pues contenían en sí la razón seminal del germen que renace),
... y las generaciones de los hombres, para que conozcan las obras divinas y den testimonio de la Naturaleza proveedora de energía, para que la muchedumbre humana tome conocimiento de las cosas buenas y domine sobre todas las cosas bajo el cielo, para que crezcan en crecimiento y se multipliquen en multitudes, y se obren los portentos de los que toda alma en la carne es capaz, por el curso de los dioses cíclicos ...,
Para que se investigue en el cielo y por el curso de los dioses celestes las obras de los dioses,
y las obras de la energía de la Naturaleza ...,
a fin de que descubran las señales de los bienes,
y conozcan el poder divino,
y que los agitados individuos sepan lo bueno y lo malo,
y descubran el hermoso arte de fabricar cosas buenas...
4. Comienza entonces para ellos el vivir y el sutilizar, según el destino que les fuera asignado por los dioses cíclicos, y el disolverse en lo que quedará, después de dejar en la tierra grandes obras en recuerdo de su industria. 
Obras que se consumen, sí, con el fluir del tiempo, como todo ser de carne animada y de semilla que da fruto y como toda obra de arte;
... pero lo que decrece se renovará, porque los dioses imponen la Necesidad del Renacer, y por causa del retorno cíclico de la Naturaleza, que está regido por un número.
Porque lo divino es el conjunto cósmico total renovado por la Naturaleza: porque la misma Naturaleza reposa en lo divino.

HERMES TRISMEGISTO – POIMANDRES



MENTE

En muchos tratados de Hermes hemos mantenido la traducción MENTE por el griego NOUS. Si bien NOUS se traduciría más exactamente por Inteligencia, Intelecto, Pensamiento, hemos preferido Mente por parecernos más adecuada al español moderno para el caso que nos ocupa.
Debe entenderse sin embargo que esta Mente tiene siempre un doble significado:
Como derivada del MENS latino, indica la actividad más alta del espíritu, es decir la Inteligencia, Intelecto, donde se produce la intelección de los primeros principios y los arquetipos, Mente en la que, según Iámblico, "se deposita la semilla que puede ver a Dios"; aplicada a la actividad sutil de la psiquis, se usa el término MENTE como el conjunto de la actividad "mental " o fuerza imaginativa o fantasía, el "traslúcido " o transparente, donde se producen los fenómenos de telepatía y los del área de control mental.
En los tratados de Hermes debe entenderse siempre en el primer sentido.


NOMBRE / VERBO

Hemos traducido así la voz griega LOGOS. LOGOS tiene una infinidad de sentidos literarios tales como: palabra, doctrina, razón, discurso, sentidos que en muchos casos se adaptan mejor al texto que el simple NOMBRE. Pero Hermes usa mucho la voz
LOGOS para dar múltiple sentidos implícitos al texto, como ocurre en las narraciones sagradas y simbólicas, así en el Poimandres, 7:
"Estas cosas comprendí por el Nombre de Poimandres" lo cual se puede interpretar que comprendí por la acción del Logos de Poimandres, o por el discurso o doctrina de Poimandres, ambos sentidos siendo válidos.
Digamos además que en general LOGOS representa una actividad del Nous, y que Poimandres simboliza como NOUS-Padre y LOGOS-Hijo, y también que mientras el NOUS es la plenitud, en nosotros instantánea, de la intelección, el LOGOS representa la actividad, en nosotros temporal, de desarrollo de los contenidos del NOUS.
En el evangelio de Juan, LOGOS ha sido siempre traducido como VERBO, y también representa una actividad diferenciadora pues "todas las cosas fueron hechas por El ... en El era la vida ... ", como si el LOGOS fuera el instrumento divino para la Creación.
Actividad semejante a la desarrollada por el o los HELOHIM en el primer capítulo del Génesis, que puesto el caos inicial, comienza(n) a separar la luz de las tinieblas, lo alto de lo bajo, lo seco de lo húmedo, etc. que son funciones de distinción y manifestación de los arquetipos.



Tratado I: De Hermes Trismegisto: Poimandres. Poimandres revela a Hermes la gnosis: los atributos divinos, el origen del Cosmos y la naturaleza del hombre. Temas: La Cosmogénesis (cosmos arquetípico, cosmos sensible, Nous y Logos). La Antropogénesis (el Anthropos arquetípico, la caída, carácter dual, los siete ancestros de la humanidad, el androginismo original, el bien y el mal en el hombre, la libertad). La Salvación (muerte del cuerpo y anábasis del alma a través de las esferas planetarias, divinización en el octavo cielo). Plegarias.