Despertar es el potencial propio en todos los seres y la gnosis es la única llave para atravesar la puerta a la liberación que el Demiurgo y sus arcontes mantienen cerrada a través de los agregados activos y reactivos que esclavizan el Espíritu.
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Un rasgo mordaz de la peculiar psiquis del hombre contemporáneo

G. I. GURDJIEFF

—Pero volvamos ahora a los seres tricerebrados que habitan el planeta Tierra, puesto que son ellos los que más te han interesado, mereciendo que los llamaras «zánganos».
Por lo pronto, me apresuraré a manifestarte cuan contento estoy de que te halles a una gran distancia de aquellos seres tricentrados a quienes osaste llamar con un nombre tan «injurioso para su dignidad», y también celebro que sea altamente improbable que lleguen a enterarse de ello alguna vez.
¿Sabes acaso, por ventura, tú, un niño apenas; tú, pequeño «nadie» todavía inconsciente de ti mismo, lo que ellos te habrían hecho, especialmente los seres contemporáneos, si hubieran oído lo que de ellos dijiste? ¿Lo que te hubieran hecho si hubieras estado con ellos y hubieran podido capturarte? El mero hecho de pensarlo me llena de horror.
En el mejor de los casos te habrían dado tal zurra, que, como dice nuestro Mullah Nassr Eddin, «no hubieras recobrado tus sentidos antes de la primera cosecha de abedules».
En todo caso, te aconsejo que en cualquier ocasión que emprendas algo nuevo bendigas siempre al Destino y le ruegues que se muestre misericordioso contigo y que siempre te proteja, impidiendo que los seres del planeta Tierra lleguen a sospechar nunca que tú, mi bienamado y único nieto, osaste llamarlos «zánganos».
Sabrás que durante el tiempo en que tuvieron lugar mis observaciones desde el planeta Marte, así como en los períodos en que viví entre ellos, tuve ocasión de estudiar la psiquis de estos extraños seres tricerebrados en forma sumamente completa, de modo que sé perfectamente lo que ellos harían con cualquiera que se atreviese a ponerles tal mote.
Claro está que sólo fue por ingenuidad infantil por lo que los llamaste así; pero los seres tricerebrados que habitan aquel planeta peculiar, especialmente los contemporáneos, no discriminan esas pequeñas sutilezas.
Quién los injurió, por qué, y en qué circunstancias es todo lo mismo para ellos. Se les ha dado un nombre que ellos consideran injurioso y eso basta.
La discriminación en tales asuntos equivale simplemente, de acuerdo con lo que la gran mayoría de ellos entiende (para expresarlo con sus propias palabras), a «perder el tiempo».
Sea como fuere, en todo caso te apresuraste un poco, al darles tan ofensivo nombre a los seres tricerebrados que habitan el planeta Tierra; en primer lugar, porque me has hecho temer por ti, y en segundo lugar, porque te has granjeado una permanente amenaza para el futuro.
La cuestión es ésta: pese a que, como ya dije, te encuentras a gran distancia de ellos y, por lo tanto, no pueden apoderarse de ti para castigarte personalmente, bien podría suceder que de  alguna forma imprevista llegaran a saber, incluso de vigésima mano, que los habías insultado y entonces sí podrías estar seguro de un verdadero «anatema» de su parte, y la magnitud de este anatema habría de depender, sin duda, de los intereses que acertasen a ocuparlos en ese momento dado.
Quizá valga la pena que trate de enseñarte cómo se hubieran comportado los del planeta Tierra si hubieran sabido el insulto de que los habías hecho objeto. Esta descripción será un excelente ejemplo para ayudarte a comprender el extraño carácter del psiquismo de estos seres tricerebrados que han despertado tu interés.
Irritados por el incidente, es decir, por la impensada injuria de que los habías hecho víctimas y si ningún interés igualmente absurdo los hubiera preocupado en esos momentos, seguramente habrían decidido efectuar, en un lugar elegido de antemano, con individuos invitados de antemano, todos ellos vestidos, por supuesto, con trajes especialmente diseñados para tales ocasiones, lo que se llama un «consejo solemne».
En primer lugar, hubieran elegido para este «consejo solemne», un individuo de entre ellos, llamado «presidente», encargado de dirigir el «juicio».
Para empezar, te hubieran «despedazado», como dicen allí, y no solamente a ti sino también a tu padre, a tu abuelo y al resto de tus ascendientes, sin parar hasta Adán.
Si ellos hubieran decidido entonces —como siempre, por supuesto, por una mayoría de votos— que eras culpable, te habrían sancionado con arreglo a las disposiciones contenidas en un Código de leyes, basadas en «pantomimas» anteriores semejantes, realizadas por seres llamados «viejos fósiles».
Pero si llegara a suceder que, por mayoría de votos, no encontraran nada delictivo en tu actitud —aunque esto sólo raramente ocurre entre ellos— entonces todo este «juicio»
terrestre, asentado detalladamente por escrito y firmado por la totalidad del consejo, sería despachado... ¿Quizás creas que al cesto de los papeles? ¡Pues no!; lejos de ello, sería enviado inmediatamente a los peritos pertinentes; en este caso, a lo que se llama un «Santo Sínodo» donde habría de repetirse el mismo procedimiento, sólo que ahora serías juzgado por individuos «importantes» del planeta.
Al fin de este verdadero «perder el tiempo» habrían de llegar al punto principal, es decir, que el acusado está fuera de su alcance.
Pero es precisamente en este punto donde surgiría el principal peligro para tu persona; pues cuando ellos supieran con toda certeza que no pueden apoderarse de ti, habrían de decidir unánimemente ni más ni menos que, como ya te dije, «anatematizarte».
¿Y sabes tú lo que eso significa y cómo se lleva a cabo?
—¡No!
—Entonces escucha y tiembla.
Los individuos más «importantes» decretarían que todos los demás seres, en los establecimientos destinados a ese efecto, como por ejemplo las llamadas «iglesias», «capillas», «sinagogas», «municipios», etc., atendiesen las ceremonias realizadas por ciertos funcionarios especiales que habrían de desearte en el pensamiento algo por el estilo de esto:
Que perdieses tus cuernos, que tu pelo se tornase gris prematuramente, o que los alimentos contenidos en tu estómago se convirtieran en clavos de ataúd, o que la lengua de tu futura mujer triplicara su tamaño, o que, cuando quiera que acertases a tomar un bocado de tu pastel preferido, se convirtiese éste inmediatamente en «jabón», y así indefinidamente.
¿Comprendes ahora los peligros a que te exponías cuando llamaste «zánganos» a estos remotos engendros? Concluyendo así su discurso, Belcebú dedicó una cariñosa sonrisa a su nieto favorito.


capitulo 11 de RELATOS DE BELCEBU A SU NIETO

CAPÍTULO X de FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA

P.D. OUSPENSKY

¿De dónde parte el camino? La ley de accidente. Diferentes clases de influencias. Las influencias creadas en la vida. Las influencias creadas fuera de la vida, conscientes solamente en su origen. El "centro magnético". En busca del camino. El descubrimiento de un hombre que sabe. Tercera clase de influencias: consciente y directa. Cómo liberarse de la ley de accidente. Los "escalones", la "escalera" " y el "camino". Condiciones especiales del cuarto camino. Posible existencia de un centro magnético equivocado. Cómo reconocer los caminos equivocados. El maestro y el alumno. El saber comienza con la enseñanza de los cosmos. El concepto habitual de dos cosmos: "Macrocosmos" y "Microcosmos", La enseñanza integral de siete cosmos. La relación de un cosmos a otro es la de cero a infinito. El principio de relatividad. "El camino hacia arriba es también el camino hacia abajo", ¿Qué es un milagro? El "periodo de dimensiones". Mirada al sistema de los cosmos desde el punto de vista de la teoría pluridimensional. Una observación de G.: "El tiempo es respiración". ¿Es el "Microcosmos" el hombre, o el "átomo"?

Por qué los «hombres» no son hombres

G. I. GURDJIEFF

Belcebú lanzó un profundo suspiro y continuó diciendo:
—Una vez cumplida en este planeta la materialización del proceso «ilnosoparniano», transcurrió, según el cálculo cronológico objetivo, un año.
Durante este período se habían ido coordinando gradualmente en el planeta los procesos correspondientes de involución y evolución de todas las cosas allí existentes.
Y claro está que también empezaron a cristalizarse gradualmente en los seres tricerebrados los datos suficientes para la adquisición de la razón objetiva.
En resumen, como en todos los demás, también en este planeta había comenzado el desarrollo normal de todas las cosas.
Y por ello, querido mío, si la Altísima Comisión bajo la dirección suprema del mencionado Arcángel Sakaki, no hubiera regresado nuevamente a aquel punto al cabo de un año, quizás no se hubieran producido todos los malentendidos subsiguientes relacionados con los seres tricerebrados que habitan aquel malhadado planeta.
Este segundo descenso de la Altísima Comisión al planeta se debió al hecho de que, pese a las medidas que habían sido tomadas —de las que ya te hablé—, no se había cristalizado todavía en las razones de la mayoría de sus miembros sagrados, la completa seguridad de la imposibilidad de toda sorpresa indeseable en el futuro, por lo cual deseaban ahora verificar personalmente, en el lugar, los resultados de aquellas medidas.
Fue precisamente durante este segundo descenso cuando la Altísima Comisión decidió, en todo caso, si no por otro motivo, por lo menos para tranquilizarse al respecto, concretar ciertas medidas especiales posteriores, entre las cuales se hallaba también aquella medida cuyas consecuencias no sólo determinaron la difusión de un tremendo terror entre los seres tricerebrados que habitan aquel desdichado planeta, sino que, por así decirlo, resultaron al fin un estigma maligno para todo nuestro gran Universo.
Deberás saber que en el tiempo de este segundo descenso efectuado por la Altísima Comisión, ya se había desarrollado gradualmente en estos seres —como es lo normal en todos los tricerebrados— lo que llamamos «instinto mecánico».
Los sagrados miembros de esta Altísima Comisión razonaron entonces que si dicho instinto mecánico de los bípedos tricerebrados que habitaban el planeta había de desarrollarse hacia la obtención de la Razón Objetiva —como es regla que ocurre en todas partes entre los seres tricerebrados— sería perfectamente posible que hubieran de comprender prematuramente la causa real de su nacimiento y de su existencia, provocando serios trastornos; podía suceder que habiendo comprendido la razón de su nacimiento, es decir que, habiéndose dado cuenta de que debían mediante su existencia mantener separados los fragmentos de su planeta y estando convencidos de la injusticia de esta esclavitud a circunstancias perfectamente ajenas a
ellos, se negaran a continuar su existencia y se destruyeran a sí mismos por principio.
De modo pues, querido niño, que en vista de esto, la Altísima Comisión decidió entonces, entre otras cosas, implantar provisionalmente en las presencias comunes de los seres tricerebrados que allí vivían un órgano especial con una propiedad tal que, en primer término, les hiciese percibir la realidad deformada y, en segundo lugar, que todas las impresiones repetidas procedentes del exterior cristalizaran en su espíritu datos tales que generasen factores para la evocación de sensaciones de «placer» y de «goce».
Y entonces, de hecho, con la ayuda del Principal Archifísico-químico Común Universal Ángel Looisos, que se contaba también entre los miembros de la Altísima Comisión, se determinó el crecimiento en los seres tricerebrados, de manera especial, en la base de la columna vertebral, en la raíz de la cola —que también ellos tenían, por entonces y lo que es más, dotada de un exterior normal expresivo de la, por así llamarla, «plenitud de su significación íntima»— de un «algo» que permitiera el surgimiento de dichas propiedades.
Y a este «algo» le dieron el nombre, en un principio, de «órgano Kundabuffer».
Una vez determinado el crecimiento de este órgano en las presencias de los seres tricerebrados y una vez comprobado su funcionamiento, la Altísima Comisión integrada por los Sagrados Individuos y encabezada por el Arcángel Sakaki, tranquilizada y con la consciencia limpia, volvió al centro del Universo mientras que allí, en el planeta Tierra que tanto te ha llamado la atención, el efecto de este sorprendente y maravillosamente ingenioso invento comenzó a hacerse sentir desde el primer día desarrollándose luego, crecientemente, como —para decirlo con las palabras de Mullah Nassr Eddin— «el crescendo de la trompeta de Jericó».
Ahora bien; a fin de que puedas tener por lo menos una comprensión aproximada de los efectos provocados por las propiedades del órgano ideado y materializado por el incomparable ángel Looisos —bendito sea su nombre por toda la eternidad— es indispensable que sepas algo acerca de las diversas manifestaciones de los seres tricerebrados que habitan ese planeta, no sólo en la época en que ese órgano Kundabufíer, se contó entre las distintas partes de sus presencias, sino también durante épocas posteriores cuando, si bien este sorprendente órgano y sus propiedades habían sido ya destruidas debido a diversas causas, habían comenzado a cristalizarse en sus presencias las consecuencias de sus propiedades.
Pero ya te explicaré esto más adelante.
Por ahora debo hacerte notar que hubo todavía un tercer descenso de la Altísima Comisión a aquel planeta, tres años después, según los cálculos cronológicos objetivos; pero esta vez se efectuó bajo la dirección del Más Grande Archiserafín Sevohtartra, dado que el Más Grande Arcángel Sakaki se había convertido, entretanto, en el Divino Individuo que sigue siendo todavía en la actualidad, es decir, en uno de los cuatro Tetrasustentadores de todo el Universo.
Y precisamente durante este tercer descenso, una vez establecido claramente mediante acabadas investigaciones por parte de los sagrados miembros de esta tercera Altísima Comisión, que ya no era necesario para el mantenimiento de la existencia de los fragmentos desprendidos del planeta madre continuar la materialización de las medidas preventivas deliberadamente tomadas con anterioridad, se decidió, con ayuda del mismo Archifísicoquimico Ángel Looisos, destruir, conjuntamente con las medidas antes mencionadas, el referido órgano Kundabuffer en las presencias de estos seres tricerebrados, así como todas sus sorprendentes propiedades.
Pero volvamos al relato que había empezado.
Y no te distraigas. Cuando se disipó nuestro desconcierto, provocado por la reciente catástrofe que había puesto en peligro todo el sistema solar, lentamente, después de esta inesperada interrupción, reanudamos nuestra instalación en el nuevo lugar de residencia que nos habían asignado.
Poco a poco, todos nosotros nos familiarizamos con la Naturaleza local, adaptándonos a aquel medio de vida.
Como ya dije antes, muchos de nosotros nos establecimos definitivamente en el planeta Marte; mientras otros, gracias a la nave Ocasión que había sido puesta a disposición de los seres de nuestra tribu para la comunicación interplanetaria, se marcharon o bien se prepararon para marcharse hacia otros planetas del mismo sistema solar.
Pero yo, junto con mis familiares y algunos de mis servidores más cercanos, seguí viviendo en el planeta Marte.
Debo hacerte notar que en la época a la que se refiere mi relato, ya había sido instalado mi primer teskooano en el observatorio construido en el planeta Marte, por lo cual me hallaba dedicado por completo a la organización y al desarrollo de este observatorio destinado a la observación detallada de las remotas concentraciones de nuestro gran Universo y de los planetas de este sistema solar.
En consecuencia, entre los muchos objetos de mis observaciones también se contaba el planeta Tierra. Pasó el tiempo.
También en este planeta comenzó gradualmente a establecerse el proceso de la existencia y,según todo lo  hacía presumir, en la forma que es habitual en todos los planetas.
Pero la estrecha observación demostró, en primer lugar, que el número de seres tricerebrados había aumentado gradualmente y, en segundo término, que de vez en cuando daban lugar a manifestaciones sumamente extrañas, jamás observadas en los demás seres tricerebrados que habitan otros planetas; quiero decir que, repentinamente, y sin razón aparente alguna, comenzaban a destruir entre sí sus propias existencias.
En ocasiones, esta mutua destrucción de vidas no tenía lugar solamente en una región sino en varias, durando, no ya un «Dionosk» sino varios «Dionosks» y a veces, incluso, «Ornakras» enteros. (Dionosk significa «día»; Ornakra significa «mes»).
En ciertas oportunidades se hacía evidente que a raíz de estos horribles procesos disminuía rápidamente el número de terráqueos; pero durante otros períodos, en cambio, el número de habitantes aumentaba considerablemente.
Paulatinamente nos fuimos acostumbrando a esta peculiaridad de los seres que habitan la Tierra, aceptando como explicación de los hechos que, evidentemente, por ciertas consideraciones de naturaleza superior, estas propiedades debían haber sido dadas deliberadamente al órgano Kundabuffer por la Altísima Comisión; en otras palabras, en vista de la fecundidad de estos bípedos, supusimos que la misma había sido concebida intencionalmente, debido a la necesidad de que existiesen en crecido número a fin de poder mantener el Movimiento Armónico cósmico común.
De no haber sido por esta extraña peculiaridad, nunca se le hubiera ocurrido a nadie que había algo «raro» en ese planeta.
Durante el periodo a que me he referido anteriormente, visité personalmente la mayoría de los planetas de aquel sistema solar, recorriendo tanto los habitados como los todavía sin poblar.
Por mi parte, los que más me agradaron fueron los seres tricentrados que habitan en el planeta que lleva el nombre de Saturno, cuyo aspecto exterior es completamente distinto al nuestro, pareciéndose, por el contrario, al del cuervo.
Es interesante notar, dicho sea de paso, que por una u otra razón, la forma «cuervo» no sólo existe en casi todos los planetas de este sistema solar, sino también en la mayoría de los demás planetas de nuestro Gran Universo, en los cuales habitan seres de diversos sistemas cerebrales, recubiertos con cuerpos planetarios de distintas formas.
La comunicación verbal usada por estos seres cuervos, del planeta Saturno, es bastante semejante a la nuestra.
Pero en lo que a su pronunciación se refiere, es, a mi juicio, la más hermosa de cuantas he oído.
Podría compararse con el canto de nuestros mejores cantantes cuando éstos cantan con todo su Ser en un tono menor.
En cuanto a sus relaciones con los demás, sólo pueden llegar a ser conocidas viviendo con ellos y compartiendo su existencia.
Todo lo que puede decirse es que estos seres-pájaros tienen un corazón exactamente igual al de los ángeles más próximos a nuestro ETERNO HACEDOR Y CREADOR.
Estos seres viven en estricta conformidad con el noveno mandamiento de nuestro CREADOR que dice: «Haz con los demás lo que quisieras que hicieran contigo».
Más adelante, tendré por cierto que contarte todo lo referente a estos seres tricerebrados que habitan el planeta Saturno, puesto que uno de mis mejores amigos que me acompañó durante todo mi exilio en aquel sistema solar, fue precisamente un ser de aquel planeta, quien tenía el aspecto exterior de un cuervo, y cuyo nombre era «Harharkh».


capitulo 10 de RELATOS DE BELCEBU A SU NIETO

CAPÍTULO IX de FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA

P.D. OUSPENSKY

El "rayo de creación" bajo forma de tres octavas de radiaciones. Materias y fuerzas en los diferentes planos del universo, y su relación con nuestra vida. Los intervalos en las octavas cósmicas y los choques que los llenan. "Punto del universo". Densidad de vibraciones. Tres fuerzas y cuatro materias. "Carbono", "Oxigeno", "Nitrógeno", "Hidrógeno". Doce tríadas. La "Tabla de Hidrógenos". La materia a la luz de sus propiedades químicas, físicas, psíquicas y cósmicas. Inteligencia de la materia. "Átomo". Cada función, rada estado del
hombre depende de la energía. Las substancias en el hombre. El hombre tiene suficiente energía para comenzar el trabajo sobre si mismo, con la condición de que la ahorre. Desperdicio de la energía. "Aprended a separar lo sutil de lo grosero". Producción de hidrógenos sutiles. Cambios del ser. Crecimiento de cuerpos interiores. El organismo como fábrica de tres pisos. Tres clases de nutrición. Entrada del alimento, del diré y de las impresiones en el organismo. La transformación de substancias está dirigida por la ley de octava. La ociara del alimento y la octava del aire. Extracción de "hidrógenos superiores". La octava de las impresiones no se desarrolla. Posibilidad de crear un choque artificial en el momento en que se recibe una impresión. El esfuerzo consciente. El "recuerdo de si". El desarrollo que resulta de la octava de las impresiones y de la octava del aire. El segundo choque consciente. Esfuerzo relacionado con las emociones. Preparación para este esfuerzo. Analogía del organismo humano con el universo. Tres etapas de evolución de la máquina humana. Transmutación de ¡as emociones. Alquimia. Los centros trabajan con hidrógenos diferentes. Dos centros superiores. Trabajo equivocado de los centros inferiores. Materialidad de todos los procesos interiores.

Causa de la génesis de la Luna

G. I. GURDJIEFF

Y así es como Belcebú comenzó su relato:
—Una vez que llegamos al planeta Marte, donde se nos había destinado vivir, comenzamos a establecernos lentamente.
Nos hallábamos todavía completamente absorbidos por la compleja organización de todo lo exteriormente necesario para una existencia más o menos tolerable en medio de aquella Naturaleza absolutamente extraña para nosotros, cuando, uno de los días de mayor actividad, todo el planeta Marte fue sacudido por un violento temblor, mientras poco después se levantaba hasta nosotros un «hedor» tan insoportable que en un primer momento pareció que todo el universo se había mezclado de pronto con algo que sólo podría expresarse como «indescriptible».
Sólo mucho tiempo después de haberse disipado aquel hedor, pudimos recuperarnos, dándonos gradualmente cuenta de lo que había sucedido.
Advertimos entonces que la causa de ese terrible fenómeno no había sido otra que el mismísimo planeta Tierra, que, de tanto en tanto, se acercaba considerablemente a nuestro planeta Marte, y que, por lo tanto, podíamos observar claramente, a veces incluso sin la ayuda del «Teskooano».
Por alguna razón que no podíamos comprender todavía, este planeta —era evidente— había «estallado» y dos fragmentos desprendidos del cuerpo principal habían salido proyectados hacia el espacio.
Te he dicho ya que entonces este sistema solar todavía se estaba formando sin haber alcanzado aún lo que se llama «La Armonía Del Recíproco Mantenimiento De Todas Las Concentraciones Cósmicas».
Supimos más tarde que, en conformidad con esta «Armonía Cósmica General Del Mantenimiento Recíproco De Todas Las Concentraciones Cósmicas», debía funcionar también en este sistema un cometa de los que llamamos ahora de «vasta órbita», que existe todavía y que lleva el nombre de «Kondoor».
Y precisamente este cometa, que acababa de concentrarse, realizaba su primer «paso pleno» por la zona.

CAPÍTULO VIII de FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA

P.D. OUSPENSKY

Diferentes estados de conciencia. Sueño. Estado de vigilia. Conciencia de si. Conciencia objetiva. Ausencia de conciencia de si. ¿Cuál es la primera condición para adquirir la conciencia de sí? Los estados superiores de conciencia y los centros superiores. El "estado de vigilia" de un hombre ordinario es e! sueño. La vida de hombres dormidos. ¿Cómo despertar? Estado del hombre al nacer. Influencia de la "educación" y del ejemplo de los que lo rodean. Las posibilidades del hombre. El estudio de si. "Fotografías mentales". Diferentes hombres en el mismo hombre. "Yo" y "Ouspensky". ¿Quién es activo y quién es pasivo? El hombre y su máscara. La división de si mismo en dos es el primer paso en el trabajo sobre si. La necesidad de ser sincero consigo mismo. ¿Por qué el hombre no se recuerda a si mismo? "Identificación". "Consideración". "Consideración interior" y "consideración exterior". Lo que significa la "consideración exterior" de una máquina. "Injusticia". Sinceridad y debilidad. Los amortiguadores de choques, o "topes". Conciencia. "Conciencia moral" e "intuición intelectual". Moralidad. ¿Existe una idea de la. moral común a todos? ¿Existe la moral cristiana? ¿Existe una concepción del bien y del mal común a todos? Nadie hace nada por amor al mal. Diferentes concepciones del bien, -y sus consecuencias. ¿En qué puede basarse una idea permanente del bien y del mal? La idea de verdad y la mentira. La lucha contra los "topes" y contra la mentira. Los métodos del trabajo de escuela. La subordinación. Darse cuenta de su propia nulidad. Personalidad y esencia. Los muertos vivientes. Leyes generales. El problema del dinero.

El impúdico Brat Hassein, nieto de Belcebu, se atreve a llamar «zánganos» a los hombres.


G. I. GURDJIEFF

Inmediatamente después, Hassein se sentó a los pies de Belcebú, y le dijo con tono implorante:
—Cuéntame lo que tú quieras, querido Abuelo; cualquier cosa que tú me digas será para mí la mayor alegría, tan sólo por venir de tus labios.
—No —repuso Belcebú—, será mejor que tú mismo me preguntes acerca de aquello que más te interese. Será un gran placer para mí poder hablarte acerca de lo que más desees saber.
—Querido y bondadoso Abuelo, cuéntame entonces algo acerca de esos... ¿Qué?... Esos... ¿Cómo se llaman?... Sí, acerca de esos «zánganos».
—¿Cómo? ¿Acerca de qué zánganos?, —preguntó Belcebú sin comprender la pregunta del niño.
—¿Pero no te acuerdas, Abuelo? Hace poco, cuando hablabas de los seres tricentrados que habitan en los diversos planetas del sistema solar en que viviste tanto tiempo, acertaste a decir que en uno de los planetas —no me acuerdo cómo lo llamaste— existían seres tricentrados parecidos a nosotros en su aspecto general, pero cuya piel era un poco más delgada que la nuestra.
—¡Ah!, —rió Belcebú—. Por lo que veo, me preguntas acerca de los seres que habitan el planeta Tierra y que se dan a sí mismos el nombre de «hombres».
—Sí, Abuelo, esos mismos. Cuéntame acerca de esos «seres hombres» con más detalle. Me gustaría saber algo sobre esos «seres hombres»
—dijo Hassein.
A lo cual replicó Belcebú:
—Mucho es lo que podría decirte acerca de ellos, pues el hecho es que visité con frecuencia ese planeta, viviendo largo tiempo entre ellos, e incluso llegando a hacerme amigo de muchos de los seres tricerebrados terráqueos.
Por cierto que habrás de encontrar interesante la información de que dispongo, relativa a estos seres, pues son en verdad muy peculiares.
Ocurren entre ellos muchas cosas que no podrían verse entre los seres de ningún otro planeta del Universo.
Yo los conozco muy bien, dado que su nacimiento, así como su posterior desarrollo y existencia a lo largo de muchos, muchos siglos —de acuerdo con su cálculo cronológico— tuvieron lugar ante mis propios ojos.
No sólo fui testigo de su nacimiento, sino también de la propia formación del planeta en que habitan.
Cuando llegamos por primera vez a ese sistema solar, estableciéndonos en el planeta Marte, nada existía todavía en el planeta Tierra, pues no había acabado siquiera de enfriarse por completo.
Desde su nacimiento mismo, este planeta fue motivo de serios problemas para Nuestra Eternidad.
Si así lo deseas, te contaré primero todo lo relativo a los acontecimientos de carácter cósmico general referentes a este planeta, que fueron la causa de dichos problemas.
—Sí, querido Abuelo —respondió Hassein—, cuéntame primero acerca de eso. Estoy seguro de que será tan interesante como todo lo que tú cuentas.

capitulo 8 de RELATOS DE BELCEBU A SU NIETO

CAPÍTULO VII de FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA

P. D. OUSPENSKY

¿Es posible alcanzar la "conciencia cósmica"? ¿Qué es la conciencia! Pregunta de G.: ¿qué se nota durante la observación de si? Nuestras respuestas. G. indica que hemos dejado escapar lo más importante. ¿Por qué no notamos que no nos recordamos a nosotros mismos? "Ello observa", "ello piensa", "ello habla". Tentativas de recuerdo de si. Explicaciones de G. La significación del nuevo problema. Ciencia y filosofía. Nuestras experiencias. Tentativas de división de la atención. Primera sensación del recuerdo de sí voluntario. Los recuerdos que nos quedan del pasado. Nuevas experiencias. Sueño en el estado de vigilia, y el despertar. Lo que ha pasado por alto la psicología europea. Diferencias en la comprensión de la idea de conciencia. El estudio del hombre debe seguir paralelamente al estudio del mundo. La primera ley fundamental del Universo: 'la ley de tres, y la segunda ley fundamental que la sigue: ley de siete o ley de octava. Ausencia de continuidad en las vibraciones. Octavas. La escala de siete tonos. La ley de "intervalos". Necesidad de choques adicionales. Lo que sucede en ausencia de choques adicionales. Para hacer, hay que ser capaz de dirigir los "choques adicionales". Octavas subordinadas. Octavas interiores. La vida orgánica ocupa el sitio de un "intervalo". Influencias planetarias. La octava lateral sol-do. La significación de las notas la, sol, fa. La significación de las notas do. si. La significación de las notas mi, re. El papel de la vida orgánica en los cambios de la superficie terrestre.

Toma de consciencia de los auténticos deberes eserales


G. I. GURDJIEFF

Una vez que el capitán se hubo retirado, Belcebú lanzó una mirada a su nieto, percibiendo su alterado estado, por lo cual le preguntó solícito y no sin cierta ansiedad:
—¿Qué te pasa, querido nieto? ¿En qué piensas tan profundamente?
Levantando la vista hacia su abuelo con los ojos llenos de tristeza, Hassein respondió pensativo:
—Ignoro exactamente lo que me sucede, querido Abuelo, pero tu conversación con el capitán de la nave ha despertado en mí pensamientos en extremo melancólicos.
Se me han ocurrido cosas en las cuales jamás había pensado antes.
Gracias a tu conversación, se ha ido haciendo poco a poco cada vez más clara en mi consciencia, la idea de que en el Universo de NUESTRA ETERNIDAD, no siempre han sido las cosas tal como ahora las veo y las comprendo.
Antes de esta conversación, por ejemplo, nunca habría permitido que se hilvanaran tales pensamientos asociativamente en mi cerebro, como el de que la nave en que ahora navegamos no había sido siempre igual a lo que es en este momento.
Sólo ahora comprendo bien a las claras que todo cuanto poseemos y usamos en el presente — en una palabra, todos los artículos contemporáneos necesarios para nuestro bienestar y nuestra comodidad— no siempre han existido y no hicieron su aparición con tanta facilidad.
No parece sino que ciertos seres, en el pasado, han trabajado y sufrido durante largo tiempo para lograrlo, teniendo que realizar una serie de sacrificios que quizás pudieron haber sido inútiles.
De hecho, trabajaron y sufrieron sólo para que nosotros pudiéramos luego disfrutar de todo ello y utilizarlo para nuestro bienestar personal.
Y todo esto hicieron esos seres, ya sea consciente o inconscientemente, nada más que para nosotros, es decir, para seres desconocidos y completamente indiferentes para ellos.
Y ahora, no sólo no les estamos agradecidos sino que ni siquiera los conocemos, recibiendo sus conquistas como la cosa más natural del mundo y sin detenemos a considerar todo el trabajo que éstas requirieron.
Yo, por ejemplo, hace ya muchos años que existo en el Universo, y, sin embargo, nunca se me había ocurrido todavía que quizás hubiera habido un tiempo en que todas las cosas que ahora veo no hubieran existido; pues siempre había creído, por decirlo así, que todo había llegado al mundo tan sencillamente como mi nariz.
De modo pues, mi querido y bondadoso Abuelo, ahora que, gracias a tu conversación con el capitán me he dado cuenta gradualmente con toda mi presencia, de todo esto, se me ha impuesto paralelamente, al mismo tiempo, la necesidad de aclarar a mi Razón por qué poseo personalmente todas las comodidades de que ahora disfruto y cuáles son las obligaciones que por ellas deberé cumplir.
Ha sido precisamente por ello, y no por otra cosa, por lo que en este momento se ha producido en mí un «proceso de remordimiento».
Una vez dicho esto, Hassein dejó caer la cabeza guardando silencio; entonces Belcebú, mirándolo afectuosamente, comenzó a hablarle en la forma siguiente:
—Te aconsejo, querido Hassein, que no te plantees todavía estos problemas. No seas impaciente. Solamente cuando llegue aquella época de tu vida apropiada para que te des cuenta de estas cuestiones esenciales y reflexiones activamente acerca de ellas, podrás comprender lo que tú, a tu vez, debes hacer.
La edad que actualmente cuentas no te obliga todavía a pagar en retribución por los bienes de los que gozas.
No has alcanzado todavía la edad necesaria en que habrás de pagar por tu existencia, sino que por ahora debes prepararte para el futuro, es decir, para satisfacer cumplidamente las obligaciones que entonces caerán sobre tí como todo ser tricerebrado responsable.
Por ello, mientras tanto, deberás vivir como hasta ahora. Sólo hay una cosa que no deberás olvidar y es ésta: que a tu edad es indispensable que todos los días, al salir el sol, mientras observes la reflexión de su esplendor, establezcas un contacto entre tu consciencia y las diversas partes inconscientes de tu presencia general. Tratarás entonces de hacer que este estado dure y de convencer a las partes inconscientes —como si fueran conscientes— de que si ellas impiden tu funcionamiento general, una vez llegado el período de tu edad responsable, no sólo les será imposible realizar el bien que deben, sino que tu presencia general de la cual son ellas parte, no podrá constituir un buen servidor de nuestro INMORTAL CREADOR COMÚN, de modo que no podrás siquiera pagar por tu nacimiento y tu existencia.
Te repito una vez más, querido nieto, que debes tratar mientras tanto de no pensar en estas cuestiones, para cuya consideración no te hallas todavía lo bastante maduro.
¡Todo a su tiempo!
Ahora puedes pedirme que te cuente lo que quieras, que tendré mucho gusto en complacerte.
Como el capitán no ha vuelto todavía, es muy posible que esté ocupado con sus tareas y que no regrese aún hasta dentro de cieno tiempo.


capitulo 7 de RELATOS DE BELCEBU A SU NIETO 

CAPÍTULO VI de FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA

P. D. OUSPENSKY

Conversación sobre las metas. ¿Puede la enseñanza tener una meta definida? La meta de la existencia. Las metas personales. Conocer el futuro. Existir después de la muerte. Ser amo desí mismo. Ser cristiano. Ayudar a la humanidad. Detener las guerras. Explicaciones de G. Destino, accidente y voluntad. "Máquinas locas". Cristianismo esotérico. ¿Cuál deberla ser la meta del hombre? Las causas de la esclavitud interior. De donde parte el camino que lleva a la liberación. "Conócete a tí mismo". Diferentes modos de comprender esta idea. El estudio de sí. Cómo llevar este estudio. La observación de si. Constataciones y análisis. Un principio fundamental del trabajo de la máquina humana. Los cuatro centros: intelectual, emocional, instintivo y motor. Distinción entre los diferentes modos de trabajo de los centros. Modificaciones en el trabajo de la máquina. Trastorno en el equilibrio. ¿Cómo restablece la máquina su equilibrio? Cambios incidentales. Trabajo equivocado de los centros. Imaginación. Ensueño. Hábitos. Para observarse es indispensable oponerse a los hábitos. La lucha contra la expresión de emociones negativas. Constatación de la mecanicidad. Cambios que resultan de la observación de si bien conducida. La idea del centro motor. Clasificación habitual de las acciones del hombre. Clasificación basada en la división de los centros. Automatismo. Acciones instintivas. Diferencia entre las funciones instintivas y las funciones motrices. División de las emociones. Los diferentes niveles de los centros.

El movimiento continuo


G. I. GURDJIEFF

—¡Espere, espere! —dijo Belcebú, interrumpiendo al capitán—. Esto que acaba de contarme no debe ser otra cosa, con seguridad, que la idea llamada por los extraños seres tricerebrados de corta vida que habitan el planeta Tierra, «movimiento continuo», por cuya culpa en cierta época, «enloqueció» —como ellos dicen— un gran número de terráqueos, llegando incluso, muchos de ellos, a morir.
Sucedió cierta vez en aquel malhadado planeta que a alguien, en una u otra forma, se le ocurrió la «descabellada idea» —como ellos dicen— de que podría construir un «mecanismo» capaz de funcionar perpetuamente sin consumir materiales del exterior.
Tanto cautivó esta idea a la fantasía de la gente, que la mayoría de los curiosos habitantes de aquel peculiar planeta comenzó a pensar en la forma de llevar a cabo en la práctica este aparente milagro.
¡Cuántos pagaron esta efímera idea con todo el bienestar material y espiritual que previamente habían adquirido con tantas dificultades!
Por una u otra razón, se hallaban todos ellos completamente decididos a inventar lo que a su juicio era una «cuestión sencillísima».
En los casos en que las circunstancias exteriores lo permitían, gran parte de estos individuos afrontó el invento del «movimiento continuo» careciendo de los datos interiores necesarios para la tarea; otros lo hicieron confiados en sus «conocimientos». Otros en su «suerte», pero la mayoría de ellos se puso a trabajar con ahínco por razón tan sólo de su psicopatía.
En resumen, el invento del «movimiento continuo» se extendió como una «plaga» —como ellos dicen— y no hubo chiflado que no se sintiera obligado a interesarse por la cuestión.
En cierta oportunidad visité una de las ciudades donde se exhibían modelos de todas clases e innumerables cantidades de «descripciones» de «mecanismos» destinados todos ellos a la consecución del «movimiento continuo».
¿Qué no habría allí? ¿Qué máquinas «ingeniosas» y complicadas no vieron mis ojos? En todos y cada uno de aquellos dispositivos, debe haber habido más ideas y «sabihondeces» que en todas las leyes de la creación y de la existencia del mundo.
Advertí entonces que en estos innumerables modelos y diseños de máquinas, predominaba la idea de aprovechar lo que se llama «la fuerza del peso».
Así es cómo ellos explicaban esta idea del aprovechamiento de la «fuerza del peso»: un mecanismo sumamente complicado debía levantar «cierto» peso, el cual tendría luego que caer por ley natural, poniendo en movimiento, por medio de su caída, todo un dispositivo que, al moverse, habría de levantar nuevamente el peso y así continuaría en un círculo sin fin.
El resultado de todo ello fue que varios miles de personas fueron a parar al «manicomio»; otros muchos miles, habiendo convertido esta idea en su sueño dorado y su más cara ambición, o bien terminaron por abandonar incluso las tareas más esenciales para su existencia, o bien comenzaron a realizarlas de tal modo que «más hubiera valido» que no las hicieran en absoluto.
Ignoro cómo habría terminado todo si cierto terráqueo completamente loco, con un pie ya en la sepultura, un «viejo chocho» como los llaman allí, pero que, en una forma u otra, había adquirido previamente cierta autoridad, no hubiera probado mediante ciertos «cálculos», que era absolutamente imposible inventar el «movimiento continuo».
Ahora, después de escuchada su explicación, alcanzo a comprender perfectamente cómo funciona el cilindro del método empleado por el arcángel Haritón. No es sino aquel utópico dispositivo con que tanto habían soñado los infortunados terráqueos.
A decir verdad, bien puede afirmarse que el «cilindro» del arcángel Haritón puede funcionar perpetuamente en medio de una atmósfera dada sin necesidad de consumir material alguno del exterior.
Y puesto que no puede existir un mundo sin planetas y, por lo tanto, sin atmósferas, se deduce entonces, que mientras exista el mundo y, por consiguiente, las atmósferas, el cilindro inventado por el gran arcángel Haritón, habrá de tener siempre ocasión de funcionar.
Ahora bien; se me ocurre una pregunta referente al material de que se compone este cilindro.
Me gustaría en grado sumo, mi querido capitán, que me explicara aproximadamente de qué materiales se compone y cuánto duran éstos», —expresó Belcebú.
A lo cual replicó el capitán de la siguiente manera:
—Si bien el cilindro no dura eternamente, dura muchísimo tiempo.
Su parte principal está hecha de «ámbar» con flejes de platino, mientras que los paneles interiores de las paredes están hechos de «antracita, cobre y marfil» y de un «cemento» muy fuerte y a prueba del (1) «paischakir», (2) «tailonair» y de la (3) «saliakooríapa»[1] e incluso de las radiaciones de las concentraciones cósmicas.
Sin embargo, las demás partes, prosiguió el capitán, «tanto las «palancas» exteriores como las «ruedas dentadas» deben ser renovadas de tiempo en tiempo pues, aunque están hechas del más fuerte metal, el uso prolongado las desgasta.
Y en cuanto a la estructura de la nave misma, ciertamente no puede garantizarse que tenga una existencia muy duradera
El capitán se proponía seguir hablando todavía, pero de pronto retumbó en toda la nave un sonido similar al producido por las vibraciones de las voces menores de una lejana orquesta de instrumentos de viento.
Al tiempo que se disculpaba, el capitán se levantó para retirarse, explicando que seguramente tenía importantes cuestiones que atender, puesto que todos a bordo sabían que se hallaba con su Recta Reverencia y nadie se hubiera atrevido a perturbar los oídos de Su Recta Reverencia por una trivialidad.

Capítulo 6 de RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO

NOTA

1. (1) El frío, (2) el calor, (3) el agua.

CAPÍTULO V de FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA


P.D. OUSPENSKY

Exposición sobre la “mecánica del universo”. El rayo de creación y su crecimiento a partir del absoluto. Una contradicción en las teorías científicas. La luna como terminación del rayo de creación. La voluntad del Absoluto. La idea de milagro. Nuestro lugar en el mundo. La luna se nutre de la vida orgánica. La influencia de la luna. Cómo liberarnos de ella. Diferencias de “materialidad” de los diferentes mundos. El mundo como mundo de “vibraciones”. Las vibraciones se retardan en función de su distancia del Absoluto. Siete clases de materia. Los cuatro cuerpos del hombre, y su relación con los diferentes mundos. ¿Dónde está la tierra? Las tres fuerzas y las propiedades cósmicas de la materia. Los átomos de las substancias complejas. Definición de la materia según las fuerzas que se manifiestan a través de ella. “Carbono”, “Oxigeno”, “Nitrógeno” e “Hidrógeno”. Las tres fuerzas y las cuatro materias. ¿Es o no inmortal el hombre? ¿Qué significa inmortalidad? Un hombre que posee el cuarto cuerpo. La historia del seminarista y de la omnipotencia de Dios. Conversaciones sobre ¡a luna. La luna comparada a las pesas de un reloj. Conversación sobre un lenguaje universal. Explicación de la Ultima Cena.

El sistema del Arcángel Haritón

G. I. GURDJIEFF

—Y efectivamente, poco tiempo después de la difusión de este rumor comenzaron a realizarse pruebas experimentales, nuevamente bajo la supervisión del gran arcángel Adossia, con este nuevo invento destinado en breve a la fama.
Unánimemente se reconoció entonces que el nuevo sistema era el mejor, siendo adoptado muy pronto para el servicio general Universal, con lo cual, a partir de entonces, comenzaron a desaparecer por completo todos los sistemas anteriores.
En la actualidad, el sistema del Gran Ángel, hoy Arcángel Haritón es empleado en todas partes.
La nave en que estamos volando en este momento también pertenece a este sistema y su conducción es semejante a la de todos los navios construidos según el método del ángel Haritón.
Este sistema no es muy complicado.
Todo el mecanismo de este gran invento consiste tan sólo en un único «cilindro» con la forma de un barril ordinario.
El secreto de este cilindro reposa en la disposición de los materiales de que está compuesta su parte interior.
Dichos materiales se hallan dispuestos según cierto orden y están aislados unos de otros por medio de «Ámbar». Sus propiedades son tales que si cualquier sustancia cósmica gaseosa dada penetra en el espacio por ellos abarcado, ya consista éste en «atmósfera», «aire», «éter», o cualquier otro «todo» de elementos cósmicos homogéneos, se expande inmediatamente, gracias a la mencionada disposición de los materiales ubicados dentro del cilindro.
El fondo de dicho cilindro se halla herméticamente cerrado, pero la tapa, aunque puede cerrarse firmemente, está dispuesta de tal modo sobre goznes, que mediante cierta presión ejercida desde el interior del aparato puede abrirse o cerrarse automáticamente.
De modo que, Su Recta Reverencia, si este cilindro se llena de atmósfera, aire, o cualquier otra sustancia, debido a la acción de las paredes de este peculiar dispositivo, dichas sustancias se expanden hasta tal punto que la capacidad del cilindro resulta insuficiente para contenerlas.
Esforzándose por encontrar una salida, tienden naturalmente a presionar contra la tapa del cilindro y, gracias a los goznes ya mencionados, esta tapa se abre y, después de permitir la salida de las sustancias en expansión, vuelve a cerrarse inmediatamente. Como la naturaleza aborrece, en general, el vacío, al producirse la salida del cilindro de las sustancias gaseosas en expansión, éste se llena simultáneamente con nuevas sustancias tomadas del exterior, con las cuales sucede lo mismo que con las primeras, y así sucesiva e indefinidamente.
De este modo, hay un perpetuo intercambio de sustancias, mientras la tapa del cilindro se abre y se cierra alternativamente.
Esta misma tapa se halla provista de una palanca sumamente simple que se mueve con el movimiento de la tapa y que pone en actividad, a su vez, ciertas «ruedas dentadas», también muy simples que, a su vez, hacen girar las hélices, colocadas a los lados y en la popa de la nave.
De este modo. Su Recta Reverencia, en los espacios en que no hay resistencia, las naves contemporáneas como la nuestra, caen simplemente hacia el punto más próximo de «estabilidad» pero en aquellos espacios en que existen sustancias cósmicas capaces de ofrecer resistencia, dichas sustancias, cualquiera que sea su densidad, permiten el movimiento de la nave gracias al dispositivo cilíndrico, en la dirección deseada.
Es de interés notar que cuanto más densa es la sustancia en una región dada del Universo, tanto mejor y más vigoroso es el cargar y descargar de este cilindro y también la fuerza, por consiguiente, del movimiento de las palancas y de las ruedas dentadas que impulsa.
Sin embargo, vuelvo a repetirlo, toda esfera desprovista de atmósfera, esto es, cualquier espacio que sólo contenga el Etherokrilno universal, es el más adecuado para las naves contemporáneas, debido a que en tales esferas no hay ninguna resistencia en absoluto y la «Ley de Caída» puede ser aprovechada, por consiguiente, sin necesidad de someter al cilindro a trabajo alguno.
Fuera de todo esto, las naves contemporáneas también son sumamente buenas, debido a que pueden ser impulsadas, en los espacios desprovistos de atmósferas, en cualquier dirección, cayendo precisamente en el sitio deseado sin que sean necesarias las complicadas maniobras que exigían las antiguas naves de San Venoma.
En resumen. Su Recta Reverencia, la comodidad y simplicidad de las naves contemporáneas hacen que éstas no puedan compararse de ninguna manera con las naves primitivas que no sólo eran con frecuencia mucho más complicadas, sino que también carecían de las inmensas posibilidades de las naves actualmente en uso.

Capítulo 5 de RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO

FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA CAPITULO IV

P. D. OUSPENSKY

Reacciones a las ideas de esta enseñanza. Miradas retrospectivas. Una proposición fundamental. La línea del saber y la línea del ser. Diferentes niveles del ser. Divergencia de la línea del saber y de la línea del ser. El hombre vive en el sueño. Rasgos del ser. El resultado del desarrollo del saber sin el desarrollo correspondiente del ser—y el resultado del cambio del ser sin el crecimiento del saber. Lo que significa "comprender". La comprensión es el resultado del saber y del ser. Diferencia entre comprensión y saber. La comprensión es función de tres centros. Por qué la gente se esfuerza por hallar nombres para las cosas que no comprende. Nuestro lenguaje. Por qué las personas no se comprenden unas a otras. La. palabra "hombre" y sus diferentes significaciones. El lenguaje adoptado por la enseñanza. Distinción de siete grados en el concepto "hombre". El principio de relatividad según la enseñanza. Gradaciones paralelas a las gradaciones del hombre. La palabra "mundo". Diversidad de sus significaciones. Examen de la palabra "mundo" desde el punto de vista del principio de relatividad. La ley fundamental del Universo. La ley de los tres principios o de las tres fuerzas. Necesidad de tres fuerzas para engendrar un fenómeno. La tercera fuerza. Por qué no vemos la tercera fuerza. Las tres fuerzas según las antiguas enseñanzas. La creación de mundos por la voluntad del Absoluto. La cadena de mundos: el "rayo de creación". Número de leyes en cada mundo

La ley de la caída

G. I. GURDJIEFF

El capitán continuó diciendo:
—Esto sucedió en el año 185, según el cálculo cronológico objetivo.
San Venoma había sido trasladado por sus méritos, del planeta «Soort» al planeta sagrado «Purgatorio», donde, después de haberse familiarizado con sus nuevos deberes, así como con el nuevo ambiente, dedicó todo su tiempo libre a sus actividades favoritas.
Y consistían éstas en la investigación de nuevos fenómenos capaces de entrar en diversas combinaciones con los fenómenos regidos por las leyes ya existentes.
Y cierto tiempo después, en el transcurso de estas investigaciones, San Venoma descubrió en las leyes cósmicas lo que más tarde había de convertirse en un principio famoso, es decir: La Ley de la Caída.
Esta es la formulación que el propio San Venoma dio de esta ley cósmica por él descubierta: «Todas las cosas que existen en el Mundo caen hacia el fondo. Y el fondo, para cualquier parte del Universo, es su 'estabilidad' más próxima, y dicha 'estabilidad' es el lugar o punto sobre el cual convergen todas las líneas de fuerza procedentes de todas direcciones.»
Los centros de todos los soles y de todos los planetas de nuestro universo son precisamente esos puntos de «estabilidad». No son sino los puntos inferiores de aquellas regiones del espacio hacia las cuales tienden definidamente las fuerzas procedentes de todas las direcciones de aquella parte dada del Universo. También se concentra en estos puntos el equilibrio que permite a los soles y a los planetas mantener su posición.
Al enunciar su principio, San Venoma dijo además que al caer las cosas en el espacio, dondequiera que ello fuese, tendían a caer hacia uno u otro sol, o, hacia uno u otro planeta, según a qué sol o planeta perteneciera aquella parte dada del espacio en que caía el objeto, constituyendo cada sol o planeta en esa esfera determinada la «estabilidad» o fondo.
Partiendo de esta base, San Venoma desarrolló en sus siguientes investigaciones este razonamiento:
«Si esto es así, ¿no será posible emplear esta particularidad cósmica para la locomoción interespacial de nuestro Universo?»
Y a partir de entonces, trabajó siempre en este sentido.
Sus santos trabajos posteriores revelaron que si bien esto era posible, en principio era imposible; pese a ello, aprovechar plenamente con aquella finalidad la «Ley de la Caída» por él descubierta. Y la imposibilidad radicaba tan sólo en las atmósferas que circundan a la mayoría de las concentraciones cósmicas, atmósferas que impiden la caída recta de los objetos en el espacio.
Habiendo comprobado esto. San Venoma dedicó por entero su atención al descubrimiento de algún medio para vencer dicha resistencia atmosférica ejercida sobre las naves diseñadas de acuerdo con el principio de la Caída.
Y después de tres «Looniases» San Venoma halló, por fin, este medio, y tiempo más tarde, una vez finalizada bajo su dirección la construcción de una nave adecuada, comenzó a realizar pruebas prácticas.
La nave en cuestión tenía el aspecto de una vasta celda, estando hechas todas sus paredes de un material especial bastante semejante al vidrio.
Pues bien, en todos los lados de esta vasta celda había ciertos objetos a manera de «postigos» hechos de un material impermeable a los rayos de la sustancia cósmica «elekilpomagtistzen» y estos postigos, aunque fuertemente fijados a las paredes de la mencionada celda, podían deslizarse libremente en todas direcciones.
Dentro de la celda se hallaba una «batería» especial, destinada a generar esta misma sustancia «elekilpomagtistzen».
Yo mismo, Su Recta Reverencia, estuve presente en las primeras pruebas realizadas por San Venoma en conformidad con los principios por él descubiertos.
Todo el secreto del mecanismo radicaba en lo siguiente: cuando se hacían pasar los rayos de «elekilpomagtistzen» a través de este vidrio especial, en toda el área por ellos abarcada era destruido todo cuanto formaba parte normalmente de la atmósfera misma de los planetas, como por ejemplo, el «aire» y toda clase de «gases», «nieblas», etc. En consecuencia, esta parte del espacio quedaba completamente vacía, no ofreciendo ni resistencia ni presión alguna, de modo tal que si un niño hubiera empujado al enorme aparato, éste habría avanzado con tanta ligereza como una pluma.
En la parte exterior del aparato se hallaban sujetas ciertas aplicaciones semejantes a alas, que eran puestas en movimiento por medio de la misma sustancia «elekilpomagtistzen» y que tenían por objeto propulsar la máquina en la dirección deseada.
Aprobados y bendecidos los resultados de estos experimentos por la Comisión de Inspección bajo la presidencia del arcángel Adossia, se inició la construcción de una gran nave basada en esos principios.
Pronto estuvo ésta terminada y entró en servicio. Al cabo de poco tiempo, las naves de este tipo comenzaron a ser utilizadas con exclusión de todas las demás, en todas las líneas de comunicación entre los sistemas.
Aunque con el paso del tiempo. Su Recta Reverencia, los inconvenientes de este sistema se volvieron paulatinamente cada vez más evidentes, éste desplazó por completo a todos los que habían existido con anterioridad.
Si bien era cierto que las naves construidas de acuerdo con este método resultaban ideales en los espacios desprovistos de atmósfera, donde se trasladaban casi con la velocidad de los rayos «Etzikolnianakhnianos» procedentes de los planetas, cuando se aproximaban a algún sol o planeta, sin embargo, eran una verdadera tortura para los seres que las conducían, por la cantidad de complicadas maniobras necesarias.
La necesidad de estas maniobras obedecía a la misma «Ley de la Caída».
Así, cuando la nave entraba en el medio atmosférico de algún sol o planeta cuya área de influencia debía atravesar, comenzaba inmediatamente a caer hacia ese sol o planeta y, como ya he dicho, era necesario poner mucho cuidado y poseer un conocimiento considerable para impedir que la embarcación se desviara de su curso.
Durante el paso de las naves por la proximidad de algún sol o planeta, su velocidad de traslación tenía que reducirse con frecuencia cientos de veces por debajo de su velocidad normal.
En esas zonas también resultaba particularmente difícil guiarlas debido a la considerable población de «cometas».
Por esta razón, había una gran demanda de seres capacitados para conducir dichas máquinas; los técnicos eran preparados para el cumplimiento de estas tareas por otros seres dotados de una elevada Razón.
Pero pese a los inconvenientes ya mencionados, el sistema de San Venoma desplazó paulatinamente, como ya dije, a todos los sistemas anteriores.
Y ya hacía veintitrés años que las naves construidas según el sistema de San Venoma estaban en funcionamiento cuando se difundió el primer rumor de que el ángel «Haritón» había inventado un nuevo tipo de embarcación para la comunicación interplanetaria e intersistemas.


Capítulo 4 de RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO

FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA CAPÍTULO III

P. D. OUSPENSKY

Las ideas fundamentales de G. acerca del hombre. Falla de unidad. Multiplicidad de "yoes".
Estructura de la máquina humana. Los centros psíquicos. Cómo exponía G. las ideas del sistema. Repeticiones inevitables, Lo que significa la evolución del hombre. El progreso mecánico es imposible. Idea occidental de la evolución del hombre. En. la naturaleza todas las cosas se interrelacionan. La humanidad y la luna. Ventaja del hombre individual sobre las masas. Necesidad de conocer la máquina humana. Ausencia de un Yo permanente en el hombre. El papel de los pequeños "yoes". Ausencia de individualidad y de voluntad en el hombre. Alegoría oriental de la casa y de sus servidores. El "mayordomo suplente". El faquir sobre un lecho de clavos. La magia en el Budismo.

La causa que motivó el retraso en la caída de la nave “Karnak”


G.I. GURDJIEFF

Pocos instantes después se presentó el capitán y, después de ejecutar todas las ceremonias adecuadas al rango de Belcebú, dijo:
—Vuestra Recta Reverencia, permitidme que os demande vuestra autorizada opinión acerca de cierta “inevitabilidad” que aparece en la línea de nuestra trayectoria y que habrá de impedir que prosigamos nuestra suave caída por la ruta más breve.
El hecho es que si continuamos el rumbo trazado, nuestra nave, dentro de dos “Kilprenos”,[2] deberá pasar por el sistema solar “Vuanik”.
Pero precisamente por el mismo sitio por donde debe pasar nuestra nave, también habrá de pasar, más o menos un “Kilpreno” antes, el gran cometa perteneciente a ese sistema solar conocido con el nombre de “Salcoor” o, como suele llamárselo a veces, “El Impetuoso”.
De modo que si proseguimos por la ruta dispuesta, tendremos que atravesar inevitablemente el mismo espacio por donde habrá de pasar este cometa.
Su Recta Reverencia sabe que este impetuoso cometa siempre deja en su estela una gran cantidad de “Ziinotrago”[3] que al penetrar en el cuerpo planetario de los seres desorganiza la mayor parte de sus funciones mientras no se volatiliza completamente.
En un principio pensé, —continuó el capitán—, eludir la acción del “Ziinotrago” haciendo describir a la nave un círculo alrededor de esta esfera; pero para ello hubiera sido necesario dar un largo rodeo que habría alargado forzosa y considerablemente el tiempo de nuestro viaje. Sin embargo, por otro lado, esperar que el “Ziinotrago” se disipe hubiera requerido todavía más tiempo.
En vista de la difícil disyuntiva que se presenta ante nosotros, no he podido decidirme por mí mismo, por lo cual me he atrevido a molestaros, Recta Reverencia, para solicitar vuestro competente consejo.
Una vez que el capitán hubo terminado su exposición, Belcebú meditó durante algunos instantes, para luego contestar lo siguiente:
—Realmente, querido capitán, no sé qué aconsejarle. ¡Ah, sí!... en aquel sistema solar en el que debí vivir durante tanto tiempo, existe un planeta que se llama Tierra. Vivían entonces en ese planeta —y siguen viviendo todavía— ciertos seres tricentrados sumamente extraños. Y entre los seres pertenecientes a un continente de aquel planeta de nombre “Asia”, nació y vivió un ser tricerebrado muy sabio a quien le daban los demás el nombre de Mullah Nassr Eddin.
Para todas y cada una de las peculiares situaciones, grandes y pequeñas, que se presentaban en la existencia de los seres que allí habitan —siguió diciendo Belcebú—, tenía este sabio terrestre Mullah Nassr Eddin un profundo y adecuado aforismo.
Como todos sus aforismos estaban saturados del sentido de la verdad para la existencia terrena, yo también me serví siempre de ellos para guiarme en aquel lugar, a fin de armonizar mi existencia con la de los demás seres que habitaban el planeta.
Y en este caso también, mi querido Capitán, pienso servirme de uno de sus prudentes principios.
Probablemente hubiera dicho este gran hombre en una situación semejante a la nuestra:
“No puedes saltar sobre tus rodillas y es absurdo que trates de besar tu propio codo”.
Hago mías estas palabras y lo mismo le digo a usted, agregando además lo siguiente: No hay nada que hacer; cuando nos sale al paso un contratiempo procedente de fuerzas infinitamente mayores que las nuestras, debemos someternos.
El único problema consiste entonces en la elección de una de las dos alternativas que usted ha mencionado, es decir, esperar en alguna parte o alargar el viaje dando un “rodeo”.
Según dice, el rodeo habrá de prolongar nuestro viaje, pero la espera habrá de prolongarlo todavía más.
Pues bien, mi querido Capitán. Supongamos que haciendo ese rodeo ahorremos algún tiempo; ¿qué cree usted: compensará esa pequeña diferencia de tiempo el desgaste y las averías que pueda sufrir nuestra nave al recorrer ese trayecto adicional?
Si el rodeo puede involucrar el más mínimo perjuicio para nuestra nave, entonces, a mi entender, sería preferible optar por la segunda alternativa, esto es, detenernos en cualquier parte hasta que se disipe ese nocivo gas “Ziinotrago”. Habríamos ahorrado, de este modo, un daño inútil a nuestra nave.
Además, podremos tratar de llenar este período de imprevisto retraso con algo útil para todos nosotros.
Por mi parte, me produciría sumo placer conversar con usted acerca de las naves contemporáneas en general y de la nuestra en particular.
Durante mi prolongada ausencia fuera de estos territorios, se han hecho y se han descubierto muchísimas cosas nuevas de las cuales nada sé.
En mis tiempos, por ejemplo, estas espaciosas naves espaciales eran tan complicadas y embarazosas que el mero transporte de los materiales necesarios para producir su movimiento requería la mitad de su potencia.
Sin embargo, estas naves contemporáneas, por su simplicidad y su libertad, no parecen sino otras tantas materializaciones del bendito “Stokimo”.
Tal es la simplicidad para con los seres que en ellas se trasladan y tal la libertad con respecto a todas las manifestaciones del ser, que uno se olvida por momentos, de que no se halla en un planeta.
De modo pues, mi querido Capitán, que me gustaría sobremanera saber cómo llegó a materializarse esta merced para la traslación espacial, así como la forma en que funcionan estas máquinas.
Pero antes vaya y haga todo lo necesario para detener la nave. Luego, cuando esté completamente libre, venga nuevamente a verme y entonces podremos pasar el tiempo de nuestra inevitable espera en una conversación útil para todos.
Una vez que el capitán se hubo rearado, Hassein se puso en pie de un salto, repentinamente, y comenzó a bailar y aplaudir, mientras gritaba:
—¡Oh, qué contento estoy, qué contento estoy, qué contento estoy! Belcebú miró con ojos complacidos estas eufóricas manifestaciones de su favorito, pero el viejo Ahoon no pudo contenerse y, sacudiendo la cabeza con aire de reproche, le dijo al chico severamente que era un “egoísta en potencia”.
Oyendo lo que Ahoon le había dicho, Hassein se detuvo frente a él y, lanzándole una mirada torva, le respondió:
—No te enojes conmigo, viejo Ahoon. No es por egoísmo por lo que estoy contento, sino tan sólo por la coincidencia de circunstancias fortuitas que se han aunado para hacerme feliz. ¿No escuchaste acaso? Mi querido abuelo no sólo ha decidido que nos detengamos, sino que también prometió hablar con el Capitán...
¿Y no sabes, acaso, que las conversaciones de mi amado abuelo suponen siempre la descripción de los lugares en que ha estado y una deliciosa exposición de verdades que siempre terminan enriqueciendo nuestro espíritu?
¿Dónde está, pues, el egoísmo? ¿No ha decidido él mismo, por su propia y libre voluntad, y una vez sopesadas por su prudente razón todas las circunstancias involucradas en este imprevisto suceso, detener nuestra marcha, detención que, evidentemente, no perjudica demasiado los planes trazados de antemano?
A mi entender, mi bienamado abuelo no tiene por qué apresurarse; en el Karnak no le falta nada para hallarse y descansar a gusto; además, no está rodeado más que por seres que lo admiran y lo aman y a quienes él, a su vez, también aprecia.
¿No recuerdas acaso lo que hace bien poco acaba de decir? ¡No debemos resistirnos a fuerzas superiores a las nuestras! ¿Y no recuerdas que agregó, además, que no sólo no debemos oponernos a ellas, sino que debemos incluso, someternos y recibir todas sus consecuencias con respeto, sin dejar un momento de alabar y glorificar las acciones maravillosas y providenciales de Nuestro Señor el Creador?
La fuente de mi alegría no es el percance que nos ha acontecido, sino el hecho de que, como consecuencia de dicho suceso imprevisible proveniente de las altas esferas, podremos escuchar una vez más la sabia palabra de mi bienamado abuelo.
¿Es acaso culpa mía que estas circunstancias fortuitas acierten a ser para mí las más afortunadas y deseables?
No, querido Ahoon, no sólo no debieras censurarme, sino que también tendrías que unirte a mí para expresar las gracias a la fuente de la cual tan beneficiosos resultados han derivado.
Durante todo este tiempo, Belcebú había estado escuchando atentamente, con una sonrisa en sus labios, la charla de su favorito y, una vez que éste hubo concluido, se expresó de la siguiente manera:
—Tienes razón, querido Hassein, y te diré, por tener razón, aun antes de que vuelva el capitán, todo cuanto quieras que te diga.
No bien escuchó esto, el nieto se precipitó hacia Belcebú y sentándose a sus pies, le dijo, tras una breve meditación:
—Querido Abuelo; tanto es lo que me has contado acerca del sistema solar en el que te tocó pasar tantos años de tu vida, que quizás ya me hallara en condiciones de proseguir por mí mismo, mediante el auxilio tan sólo de la simple lógica, la descripción detallada de la naturaleza de ese peculiar rincón de nuestro Universo.
Pero me gustaría saber si habitan en esos planetas de aquel sistema solar seres tricerebrados y si poseen o no, en su interior, “cuerpos eserales” superiores.
Por favor: querido Abuelo, cuéntame ahora algo acerca de esto, —concluyó Hassein, al tiempo que miraba bondadosamente a Belcebú.
—Sí —replicó Belcebú—, también en casi todos los planetas de aquel sistema solar habitan seres tricerebrados y casi todos ellos encierran cuerpos eserales superiores.
Los cuerpos eserales superiores, o almas, como se los llama en algunos de los planetas de aquel sistema solar, se presentan en los seres tricerebrados que habitan en todos los planetas salvo aquellos situados a tal distancia que las emanaciones de nuestro “Más Sagrado Absoluto Solar” pierden gradualmente, antes de alcanzarlos —debido a los repetidos desvíos— la plenitud de su fuerza, hasta carecer por completo, finalmente, de todo poder vivificante capaz de producir cuerpos de existencia superior.
Por cierto, querido nieto, que en cada planeta separado de aquel sistema solar también los cuerpos planetarios de los seres tricerebrados se hallan recubiertos con una forma exterior conforme a la naturaleza de cada planeta particular, hallándose adaptados en todos sus detalles al medio circundante.
En aquel planeta, por ejemplo, en que se nos ordenó vivir a todos los exiliados, es decir, el planeta Marte, los seres tricerebrados se hallan recubiertos de cuerpos planetarios de una forma —¿cómo podría decirte?—, una forma semejante a un “karoona”, es decir, que tienen un tronco largo y ancho, abundantemente provisto de grasa, y cabezas dotadas de enormes ojos brillantes y salientes. En la espalda de este enorme “cuerpo planetario” poseen dos grandes alas y en el extremo inferior dos pies comparativamente pequeños provistos de zarpas sumamente fuertes.
Casi la totalidad de las fuerzas de este enorme “cuerpo planetario” ha sido adaptada por la naturaleza a la generación de energía para los ojos y las alas.
Resultado de ello es que los seres tricerebrados que viven en este planeta pueden ver perfectamente en cualquier parte, cualquiera sea el grado de “Kal-dazakh-tee”, y también pueden moverse, no sólo por la superficie del planeta, sino también a través de su atmósfera y algunos de ellos, incluso, más allá de los límites de dicha atmósfera.
Los seres tricerebrados que habitan otro planeta, algo más abajo de Marte, se hallan cubiertos, debido al intenso frío que allí reina, de una lana espesa y suave.
La forma exterior de estos seres tricentrados es semejante a la de un “Toosook”, esto es, semejante a una especie de “esfera doble”, estando destinada la superior a contener los órganos principales de todo el cuerpo planetario, y la otra, la inferior, los órganos para la transformación de los alimentos eserales primarios y secundarios.
En la esfera superior se observan tres aberturas que se abren hacia afuera, dos de ellas sirven para la vista y la tercera para el oído.
La otra, la esfera inferior, sólo presenta dos orificios: el anterior sirve para recibir los alimentos eserales primarios y secundarios, y el otro, situado en la parte posterior, para la eliminación de las materias de desecho contenidas en el organismo.
La esfera inferior posee además dos pies nervudos sumamente fuertes y en cada uno de ellos existe un apéndice que utilizan en la misma forma en que nosotros usamos los dedos.
Existe todavía, querido nieto, otro planeta sumamente pequeño, conocido por el nombre de Luna en aquel sistema solar.
En ciertos puntos de su trayectoria este pequeño y peculiar planeta solía acercarse considerablemente a nuestro planeta Marte y a veces, durante “Kilprenos” enteros me pasaba observando a través de mi “Teskooano”,[4] desde mi observatorio, el proceso de la existencia de los seres tricerebrados que lo habitan.
Si bien los seres que habitan este planeta están dotados de cuerpos planetarios sumamente frágiles tienen, en cambio, un “espíritu” sumamente fuerte, debido a lo cual todos ellos poseen una extraordinaria perseverancia y capacidad de trabajo.
Por su forma exterior se asemejan a lo que podría llamarse “hormigas gigantes” y como éstas, andan siempre de un lado para otro, trabajando tanto en la superficie del planeta como dentro del mismo.
Los resultados de esta incesante actividad se han hecho ya visibles.
Cierta vez acerté a observar que durante dos de nuestros años habían realizado “túneles”, por así decir, a través de todo el planeta.
Se habían visto forzados a realizar esta tarea debido a las condiciones climáticas anormales del lugar; tal anomalía obedece al hecho de que dicho planeta se formó en forma inesperada, por lo que la regulación de su armonía climática no había sido prevista de antemano por las Potencias Superiores.
El clima de este planeta es “loco”, y por su extrema variabilidad podría dar puntos de ventaja a las mujeres más histéricas que habitan otro de los planetas pertenecientes a ese mismo sistema solar, del cual también habré de hablarte a su tiempo.
Caen a veces tales heladas en esta “luna”, que todo absolutamente se congela, haciéndose imposible para los habitantes la respiración en la atmósfera abierta; luego, de pronto, hace tanto calor que, en un santiamén, podría cocerse un huevo puesto en contacto con la atmósfera.
Sólo durante dos breves períodos, es decir, antes y después de una revolución completa en torno a su vecino —otro planeta próximo— el tiempo es en aquel planeta tan glorioso que durante varias rotaciones todo el planeta florece y produce diversos productos capaces de proveerles de los alimentos eserales primarios necesarios para su subsistencia en este peculiar reino espacial.
Muy próximo a este pequeño planeta se halla otro más grande, llamado Tierra, que en ciertas ocasiones suele aproximarse también, excepcionalmente, a Marte.
La Luna de que antes te hablé no es sino una parte de este planeta Tierra, el cual debe mantener constantemente, en la actualidad, la existencia de la Luna.
También en la Tierra habitan seres tricerebrados; y también ellos reúnen todos los datos necesarios para encerrar cuerpos eserales superiores.
Pero por la “fuerza de espíritu” no pueden ni compararse con los seres que habitan el pequeño planeta antes mencionado. El aspecto exterior de estos seres tricerebrados residentes en la Tierra, se asemeja considerablemente al nuestro; sólo que, en primer término, su piel es algo más delgada que la nuestra; y, en segundo lugar, no tienen cola y sus cabezas carecen de cuernos. Lo peor de todo son sus pies, quiero decir, que no tienen cascos; cierto es que para protegerse de las influencias externas han inventado para su uso personal lo que llaman “zapatos”; pero tal invento no les sirve de mucho.
Fuera de lo imperfecto de su forma exterior, su Razón es también absolutamente “única y extraña”.
Su “Razón eseral”, debido a muchas causas acerca de las cuales habré de hablarte a su tiempo, ha degenerado paulatinamente y en la actualidad es muy, pero muy extraña y en extremo peculiar.
Belcebú hubiera dicho mucho más todavía, pero en ese momento volvió el capitán de la nave, por lo cual, después de prometerle al niño que le hablaría de los seres del planeta Tierra en otra oportunidad, comenzó a conversar con el capitán.
En primer término, Belcebú le pidió al capitán que le contase quién era, cuánto tiempo hacía que era capitán, y si le gustaba su trabajo, requiriéndole a continuación que le explicara algunos detalles de las naves cósmicas contemporáneas.
Entonces tomó la palabra el capitán:
Su Recta Reverencia; no bien alcancé la edad de la existencia responsable, fui destinado por mi padre a esta carrera, al servicio de nuestro INMORTAL CREADOR.
Habiendo comenzado por los cargos inferiores en la navegación espacial, se me permitió en época reciente desempeñar el puesto de capitán y en la actualidad hace ocho años que me dedico a ello a bordo de las naves espaciales.
Mi último puesto, es decir, el de capitán de la nave Karnak lo ocupé, en rigor, como sucesor de mi padre, en ocasión en que éste, después de largos años de irreprochable labor al servicio de SU ETERNIDAD en su carácter de capitán desde casi el principio mismo de la creación del mundo, me considerado digno de desempeñar el cargo de Gobernador del sistema solar “Kalman”, siendo designado a tal efecto.
En resumen —siguió diciendo el capitán—, me inicié con este servicio precisamente cuando su Recta Reverencia partía para el lugar de su exilio.
Entonces apenas era poco más que un “carbonero” a bordo de las naves espaciales de la época.
Sí..., ya ha pasado mucho, mucho tiempo de eso. Todas las cosas han cambiado desde entonces; sólo nuestro SEÑOR Y SOBERANO ha permanecido inalterable. ¡Sean las bendiciones de “Amenzano” con SU INALTERABILIDAD por toda la Eternidad!
Vos, Recta Reverencia, habéis condescendido a señalar con toda justicia que las primeras naves eran sumamente incómodas y embarazosas.
Sí; eran entonces, a decir verdad, extremadamente complicadas y difíciles de manejar. Yo también las recuerdo perfectamente. Existe una enorme diferencia entre las naves de aquella época y las de ahora.
En nuestra juventud, todas estas naves, tanto las usadas para la comunicación interior de los sistemas como las utilizadas para la comunicación interplanetaria, se movían todavía mediante la propulsión de la sustancia cósmica “Elekilpomagtistzen”, la cual es un todo compuesto de dos partes separadas del omnipresente Okidanokh.
Y era precisamente para obtener este todo para lo que se requerían tantos materiales a bordo de las primeras naves.
Sin embargo, aquellas naves no siguieron usándose durante mucho tiempo después que abandonasteis estos lugares, sino que poco después fueron reemplazadas por las naves del sistema de San Venoma.

Capítulo 3 de RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO


NOTAS

2. La palabra Kilpreno significa, en el lenguaje de Belcebú, cierto espacio de tiempo aproximadamente igual a la duración del fluir cronológico que denominamos una “hora”.
3. La palabra Ziinotrago es el nombre de un gas parecido a lo que nosotros llamamos “ácido cianhídrico”.
4. Teskooano significa “telescopio”.

Fragmentos de una enseñanza desconocida - Capítulo II


P.D. OUSPENSKY

San Petersburgo en 1915. G. en San Petersburgo. Una conversación sobre los grupos. Alusión al trabajo "esotérico". La "prisión" y la "evasión de la prisión". ¿Cómo evadirse? ¿Quién puede ayudar y de qué manera? Primeras reuniones de San Petersburgo. Una pregunta sobre la reencarnación y la vida futura. ¿Cómo llegar a la inmortalidad? La lucha del "si" y del "no". Cristalización sobre una base justa y cristalización sobre una base equivocada. Necesidad del sacrificio. Observaciones. Conversación con G. con motiva de una venta de tapices. Lo que G. contaba de su vida. Una pregunta sobre el saber antiguo: ¿por qué está escondido? Respuesta de G. El saber no está escondido. "Materialidad" del saber. El hombre rehúsa aun la parle del saber que se le ofrece. Una pregunta sobre la inmortalidad. Los "cuatro enojos del hombre". Ejemplo del crisol lleno de polvos metálicos. El camino del Faquir, el camino del Monje y el camino del yogui. El "cuarto camino". ¿Existen la civilización y la cultura?

Introducción. Por qué vino a dar Belcebú a nuestro Sistema Solar


G. I. GURDJIEFF

Sucedió en el año 223 después de la creación del mundo, de acuerdo con el cálculo cronológico objetivo, o, como diríamos aquí en la "Tierra", en el año 1921 después del nacimiento de Cristo.
Viajaba por el Universo la nave Karnak para la comunicación "interespacial".
Volaba procedente de los espacios "Assooparatsata", esto es, de los espacios de la "Vía Láctea", procedente del planeta Karatas, con rumbo al sistema solar "Pandetznokh", cuyo sol también se conoce por el nombre de "Estrella Polar".
En la mencionada nave espacial se hallaba Belcebú, con familiares y servidores suyos.
Iba en viaje al planeta Revozvrandendr para asistir a un congreso especial en el que había prometido tomar parte por habérselo pedido ciertos amigos suyos.
Sólo el recuerdo de la vieja amistad que con ellos lo unía lo había decidido a aceptar finalmente la invitación, puesto que ya no era joven y un viaje tan largo con todas las vicisitudes inherentes al mismo, no constituía en modo alguno tarea fácil para sus muchos años.
Cuando Belcebú recibió en el planeta Karatas la invitación para participar en el congreso, apenas hacía un corto tiempo que había regresado de un viaje que lo había mantenido, por circunstancias ajenas a su propia esencia, largos años alejado del hogar y en condiciones poco favorables para su naturaleza.
Esta azarosa y prolongada ausencia, junto con ciertas percepciones inusitadas para su índole particular y otras experiencias inadecuadas para la esencia en ella involucrada, había impreso en su presencia común una huella bien perceptible.
Además, el mismo transcurrir del tiempo le había dado, como era de esperar, cierto aspecto de anciano, y las mencionadas condiciones insólitas de vida habían conducido a Belcebú, exactamente aquel Belcebú que había gozado de tan espléndida, orgullosa y excepcionalmente fuerte juventud, a un lamentable extremo de decrepitud.
Mucho, mucho tiempo antes, cuando todavía vivía Belcebú en su casa, en el planeta Karatas, había sido incorporado, debido a su extraordinaria inteligencia siempre llena de recursos, al servicio del "Absoluto Solar", donde nuestro ETERNO SOBERANO SENOR posee la sede fundamental, SU Residencia: y allí Belcebú, junto con otros como él, se había convertido en servidor de SU ETERNIDAD.
Fue precisamente entonces cuando, debido a su Razón todavía no totalmente formada a causa de su extrema juventud, y a causa de su inexperta y por lo tanto, todavía impetuosa mentación dotada de un disímil fluir asociativo —esto es, debido a una mentación basada, como es natural en los seres que no han llegado a ser todavía completamente responsables, en una comprensión limitada— Belcebú acertó a ver una vez en el gobierno del Mundo algo que a su entender parecía “ilógico”, y habiendo encontrado apoyo por parte de sus camaradas, seres que, como él, eran todavía inmaduros, introdujo sus narices en asuntos que nada le importaban.
Enterado de esto, SU ETERNIDAD, pese a toda su inagotable Misericordia y Amor, se vio forzado a desterrar a Belcebú, con sus compañeros, a uno de los rincones más remotos del universo, es decir, el sistema solar “Ors” cuyos habitantes lo denominan simplemente, “sistema solar”, asignándole como lugar de residencia uno de los planetas de ese sistema, esto es, Marte, con el privilegio de habitar también otros planetas, pero pertenecientes al mismo sistema solar.
Entre estos exiliados se contaban, aparte de los mencionados compañeros de Belcebú, cierto grupo de simpatizantes, así como servidores y subordinados de Belcebú y sus compañeros.
Todos ellos, con sus bienes personales, se trasladaron a este remoto lugar donde formaron, en poco tiempo, una verdadera colonia.
Toda esta población, extraordinaria para el planeta Marte, fue adaptándose poco a poco a su nueva morada, llegando algunos de sus miembros a encontrar, incluso, ciertas ocupaciones para acortar los largos años de exilio.
Estas tareas eran llevadas a cabo en el mismo planeta o en algún otro planeta vecino, es decir, en aquellos planetas que habían caído en un olvido casi completo debido a la enorme distancia que los separaba del centro del Gran Universo y a la pobreza de su estructura.
Con el paso de los años, muchos exiliados, ya sea por propia iniciativa o como reacción a las necesidades de carácter general, emigraron gradualmente del planeta Marte hacia otros planetas; sin embargo, Belcebú, junto con sus servidores más próximos, se quedó en aquel planeta, donde reorganizó su existencia de forma más o menos aceptable.
Una de sus principales ocupaciones consistió en el establecimiento de un “observatorio” destinado a la observación de los puntos más remotos del Universo, así como de las circunstancias de vida de los seres que habitaban en los planetas más próximos; y es de notar que este observatorio de Belcebú más tarde se hizo famoso en todo el Universo.
Si bien el sistema solar de “Ors” había caído en el olvido por la gran distancia que lo separaba del centro, así como por otras muchas razones, nuestro SOBERANO SENOR no había dejado por ello de enviar de tanto en tanto SUS Mensajeros a los planetas pertenecientes a este sistema, para regular de forma aproximada las circunstancias de vida de los seres tricerebrados que en ellos habitaban, a fin de coordinar el proceso de su existencia con la Armonía Universal general.
Y sucedió así que cierta vez fue enviado a uno de los planetas de este sistema solar, la Tierra, un Mensajero de nuestra ETERNIDAD, llamado Ashiata Shiemash y, dado que Belcebú había subsanado cierta dificultad relativa a su misión, el mencionado Mensajero, una vez que hubo regresado al “Absoluto Solar”, rogó solemnemente a SU ETERNIDAD que perdonara al antes joven y orgulloso Belcebú, agobiado ahora por los años.
En vista de esta solicitud de Ashiata Shiemash, así como de la modesta y recatada existencia del propio Belcebú, nuestro CREADOR HACEDOR le concedió el perdón, permitiéndole regresar al lugar de su nacimiento.
Y así fue cómo Belcebú, tras tan prolongada ausencia, acertó a volver al centro del Universo, Su influencia y su autoridad no sólo no habían declinado durante el exilio, sino que, por el contrario, habían aumentado considerablemente, dado que todos cuantos le rodeaban se daban perfecta cuenta de que, gracias a su prolongada existencia en las inusitadas condiciones ya aludidas, su conocimiento y su experiencia se habían vuelto mucho más vastos y profundos.
De manera que cuando tuvieron lugar ciertos acontecimientos de particular importancia en uno de los planetas componentes del sistema solar “Pandetznokh”, los antiguos amigos de Belcebú decidieron dirigirse a él para invitarlo al congreso que habría de celebrarse con motivo de tales acontecimientos.
Todo lo cual terminó en el largo viaje de Belcebú —del que el lector ya tiene noticias—- a bordo de la nave Karnak, desde el planeta Karatas con destino al Planeta Revozvrandendr.
La tripulación de la espaciosa nave era bastante numerosa, incluyendo, aparte de los individuos necesarios para el manejo de la nave, a varios familiares y servidores de Belcebú.
Durante el periodo de tiempo a que se refiere nuestra historia, todos los pasajeros se hallaban ocupados, ya sea atendiendo sus obligaciones, o simplemente en la materialización de lo que se llama el “proceso de mentación activa”.
De todos los pasajeros a bordo de la nave, uno de los más notorios era quizás un muchacho bien parecido que nunca se separaba de Belcebú.
Era éste Hassein, el hijo del hijo favorito de Belcebú, Tooloof.
A su vuelta al hogar después del exilio, vio Belcebú por primera vez a este nieto suyo, Hassein, y, debido a su buen corazón, así como a lo que suele llamarse una “atracción de familia” sintió inmediatamente por él un gran afecto.
Y como acertó a suceder que ya por entonces era tiempo de que la Razón del pequeño Hassein se desarrollase, Belcebú, disponiendo a discreción de tiempo libre, tomó personalmente a su cargo la educación de su nieto, siendo así que, desde entonces, ya no se separó Hassein de su lado.
Por esta razón, Hassein se hallaba ahora en la nave, haciendo compañía a Belcebú en su largo viaje.
Hassein, por su parte, amaba tanto a su abuelo que no se hubiera atrevido a dar un solo paso sin su asentimiento y cuando aquél hablaba, escuchaba ávidamente todas sus palabras, asimilando cuanto le decía y le enseñaba.
En el tiempo en que tuvo lugar esta historia, se hallaban Belcebú, con Hassein y su viejo y fiel servidor Ahoon, que siempre lo acompañaba a todas partes, sentados en el “Kasnik” superior, es decir, en la cubierta de la nave Karnak, debajo del Kainokranonis, algo bastante parecido a lo que nosotros llamaríamos una gran “campana de cristal”, charlando acerca de sí mismos mientras contemplaban el espacio sin límites.
Tenía la palabra Belcebú, quien hablaba del sistema solar donde le había tocado pasar tantos años.
Explicaba entonces las peculiaridades de la naturaleza del planeta llamado Venus.
Durante esa conversación, se le informó a Belcebú de que el capitán de la nave deseaba hablar con él, a lo cual accedió Belcebú.

Capitulo 2 de RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO

Fragmentos De Una Enseñanza Desconocida. Capitulo uno



P.D. OUSPENSKY

CAPÍTULO 1

Retorno de la India. La guerra y la “búsqueda de lo milagroso”. Viejos pensamientos. La cuestión de escuelas. Nuevos proyectos de viaje. Oriente y Occidente. Un anuncio en un periódico de Moscú. Conferencias sobre la India. Encuentro con G. Un “hombre disfrazado”. Primera conversación. Opinión de G. sobre las escuelas. El grupo de G.* “Vislumbres de la verdad”. Otros encuentros y conversaciones. La organización del grupo de G. en Moscú. La cuestión del pago y de los medios de trabajo. La cuestión del secreto y de las obligaciones aceptadas por los alumnos. Una conversación sobre el Oriente. “Filosofía” “, “Teoría” y ‘Práctica”. ¿De dónde obtuvo G. sus ideas? Las ideas de G. “El hombre es una maquina” gobernada por influencias exteriores. Todas las cosas “suceden “. Nadie “hace” nada. Para “hacer”, es preciso “ser”. Un hombre es responsable de sus acciones, una máquina no es responsable. ¡Es necesaria la psicología para el estudio de las máquinas? G. promete “hechos”. ¿Es posible suprimir la guerra? Una conversación sobre los planetas y la luna considerados como seres vivientes. La “inteligencia” del sol y de la tierra. Arte “subjetivo “y arte “objetivo”