Después de hallar mencionado en los
estudios acerca del gnosticismo muchas veces el texto clave llamado La Hipóstasis de los
Arcontes, quisimos acceder a su texto en castellano.
Sólo encontramos en es.scribd.com,
primero, un mamarracho de traducción, y luego una traducción (estropeada con
infinitud de signos estrambóticos) que dice que se ha basado en la traducción
francesa de Barc y Roberge, de un excesivo tufillo católico.
Por ello acudimos a la corriente
traducción inglesa de Bentley Layton y fundamentalmente a la más erudita (que
indica todas las lagunas en el texto original) de Anne McGuire, para nuestra
traducción al castellano.
Posteriormente revisamos la francesa de un
tal André Wautier, además de la que está en scribd, que tiene ciertas
imprecisiones.
Creemos haber hecho un trabajo honesto y
lo más preciso posible de acuerdo al sentido que hemos capturado, y para que
haya una versión castellana confiable del texto dicho (aunque sin duda con
todas las limitaciones de un caso como éste).
A continuación algunas breves notas
eruditas y académicas sobre el texto antes de entregar nuestra traducción,
esperando poder retomar este tema bajo otras ópticas.
La traducción castellana de su título, la Hipóstasis de los
Arcontes, se limita a reproducir los términos griegos del título copto. Una
traducción según el significado de esos vocablos griegos sería La Realidad de los
Gobernantes, o las Potestades. La lengua original del texto habría
sido la griega. Sus enlaces con el pensamiento de Filón hacen que se proponga
Alejandría como un lugar probable de composición.
También se ha propuesto Siria como lugar
de composición en razón del ambiente lingüístico semita que se muestra en los
nombres del creador maléfico del mundo (Saclas = el loco) y Yaldabaoth.
La mayoría de los comentaristas aceptan
que el escrito griego subyacente al texto copto presenta varios estratos de
redacción, el último de los cuales, por lo menos, es cristiano. Los estratos
más antiguos son por lo menos dos: el antropogónico (origen del hombre) y el teogónico
(origen de los dioses). Estos dos estratos consisten en exégesis esotéricas del
Génesis.
El último redactor griego se apoya, ya
secundariamente, en el Nuevo Testamento (la primera estrofa del texto hace una
cita de la carta de Pablo a los Efesios 6:12), y probablemente agudiza los
trazos negativos del universo arcóntico. El texto original dataría de
principios del siglo II d.C. y la re-edición sería de finales de ese mismo
siglo.
El escrito se presenta como una
instrucción sobre el tema de los dominadores del mundo mencionados por Pablo.
Después de una breve alusión al primer
arconte, el tratadista pasa a la antropogonía. El argumento teogónico (origen
de los arcontes) es abordado en segundo lugar y presentado como una revelación
del ángel Elelet a Norea. La creación del hombre es explicada a partir de los
textos del Génesis y rectificados.
Los arcontes crean primero al hombre
terreno como una copia de su propio cuerpo y según la imagen divina. En este
hombre terreno insuflan el elemento psíquico. El resultado es un ser humano
incapaz de levantarse. La Eva
psíquica levanta a Adán, y después la
Eva espiritual lo convierte en hombre espiritual.
Como espirituales, Adán y Eva engendran a
Set, que es el antepasado común de la raza gnóstica.
Esta raza es salvada de la extinción por
el arconte Sabaot, bajo cuyo poder quedará hasta la venida del Salvador. El
ciclo teogónico explica el origen de los arcontes a partir de la materia. La
doctrina más importante de este pasaje es la distinción entre un arconte maligno,
Yaldabaoth, y un arconte converso, Sabaoth, el dios de los judíos.
El tratado concluye con una evocación
cristiana de la obra del Salvador.
(Los corchetes indican que se trata de un
texto reconstruido, y también indican las lagunas en el texto. Las palabras
entre paréntesis redondos señalan un texto añadido por el traductor, o que debe
sobreentenderse en el texto copto, o hacen alguna aclaración).